La fe se integra de anuncio, certeza, verdad, y compromiso. Cabe distinguir tres clases de certeza: certeza empírica, la que se comprueba por la experiencia repetitiva de los acontecimientos.
La certeza lógica es a la que se llega partiendo de principios lógicos, que justifican lo que se afirma. La certeza histórica es la que se funda en lo trasmitido por los testigos de lo sucedido. Y la certeza moral es la que tiene por garantía la responsabilidad del que nos habla.
Las dos primeras certezas son irrefutables, porque su veracidad salta a la vista. En la certeza histórica y moral, la garantía de verdad que nos trasmiten, depende de la valoración que hagamos de las fuentes transmisoras. Creencia es adhesión a proposiciones que se nos hacen. Las creencias, si son creíbles, favorecen la fe, pero no son fe. Ante las creencias, el hombre es receptor: admite la propuesta trasmitida, si es creible, pero es libre para rechazarla.
En el campo de las creencias, el hombre es buscador, pero debe predisponerse para que su búsqueda resulte exitosa. En este orden, lo primero que cuenta es el interés por la verdad y por el bien. La verdad absoluta es Dios y es también la verdad suprema. Para encontrar estos dos valores, es necesario erradicar el error, porque la verdad y la mentira no se pueden conjugar, y también es una aportación positiva la ejemplaridad moral, ya que el pedregal no es campo abonado para cosechar trigo en abundancia.
En la búsqueda de la fe, cuenta más el corazón que la razón. Dios valora mucho al hombre, y no le propone nada que pueda minusvalorar su dignidad racional; todo lo contrario le urge que elija lo más creíble de las afirmaciones que le proponen. Y aquí cuenta más el afecto estimativo del bien a elegir, que la valoración real del objeto a escoger. Aquí puede servirnos de ejemplo una proposición cristiana y una afirmación marxista para un católico. La valoración afectiva del cristianismo nos mueve optar por el evangelio de Jesús frente a las enseñanzas de Marx.
Y esto ¿no podrá condicionar negativamente mi libertad a la hora de tomar decisiones personales en opciones diferentes? No, porque fe y razón no siempre se identifican, pero tampoco se contradicen. La razón jamas nos confirmara una verdad de fe, pero siempre nos servirá para cerciorarnos de que jamás podrá haber contradicción entre revelación y razón. La cultura ilumina la mente. La fe fortalece la religiosidad. La fe no es luz pero es seguridad. La fe es gratuita. Las creencias son labor humana, pero favorecen la fe que es regalo de Dios.
La valoración afectiva del cristianismo nos mueve a optar por el Evangelio de Jesús. La mentalidad humanista suscita en nosotros simpatía por el marxismo; y esto suscita nuestras creencia equivocadas.
Indalecio Gómez Varela
Canónigo de la Catedral de Lugo