El papa Francisco acaba de publicar su último documento. Se trata de la exhortación apostólica “Gaudete et exultate” (Alegraos y regocijaos), que trata, como dice el subtítulo, “sobre la llamada a la santidad en el mundo actual”.
Es sabido que los documentos pontificios se titulan con las dos o tres primeras palabras del texto. En este caso, se trata de una cita del Evangelio de Mateo (5, 12).
En estas palabras iniciales, junto con el subtítulo ya mencionado, tenemos la clave de todo el documento: una vez más el papa Francisco nos hace un propuesta de vivir la fe con alegría, nos invita a buscar la santidad, sin miedo y como algo normal y lógico por parte de los que seguimos a Jesucristo, el absolutamente santo.
“Gaudete et exultate” está en la línea de las anteriores exhortaciones y documentos del papa Francisco. Vemos cómo, otra vez, aparece en el título la palabra “alegría”, al igual que en “Evangelii gaudium” (La alegría del Evangelio) y “Amoris laetitia” (La alegría del amor).
Si bien, en este caso, la exhortación no es postsinodal, sino simplemente “para hacer resonar una vez más el llamado a la santidad, procurando encarnarlo en el contexto actual, con sus riesgos, desafíos y oportunidades. Porque a cada uno de nosotros el Señor nos eligió «para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor» (Ef 1,4)” (Nº 2).
En el texto podremos encontrar algunas de las expresiones propias del lenguaje bergogliano. A una de ellas ya nos tiene muy habituado, pues con frecuencia nos recuerda que Dios siempre nos “primerea”, esto es, que Dios sale a nuestro encuentro mucho antes de nosotros lo busquemos a él. Dios siempre toma la iniciativa.
Pero en esta ocasión quería fijarme en otra expresión que también es clave en este documento, “santos de la puerta de al lado”, que fue la que escogí para el título de este artículo.
Cuando pensamos en la santidad, siempre consideramos que es algo reservado para personas con capacidades especiales y no para el común de los mortales. Hay gente que piensa que esto de la santidad es solo para los curas y las monjas. Y otros creen que para ser santos hay que ser poco menos que ermitaños y estar todo el día dentro de una capilla rezando padrenuestros y avemarías.
Pues no, no es así: la “Gaudete et exultate” nos va a aclarar que las cosas no son así y que el santo puede estar muy cerca de nosotros, “en la puerta de al lado”.
La llamada a la santidad es para todos, no es necesario hacer nada especial ni tampoco nos hace ser unos bichos extraños. Aunque parezca un trabalenguas, lo único que se nos pide es hacer bien lo que tenemos que hacer en cada momento. El Papa lo dice con las siguientes palabras:
“Me gusta ver la santidad en el pueblo de Dios paciente: a los padres que crían con tanto amor a sus hijos, en esos hombres y mujeres que trabajan para llevar el pan a su casa, en los enfermos, en las religiosas ancianas que siguen sonriendo. […]. Esa es muchas veces la santidad «de la puerta de al lado», de aquellos que viven cerca de nosotros y son un reflejo de la presencia de Dios”. (Nº 7)
Miguel Ángel Álvarez Pérez
Párroco de A Fonsagrada
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