INDALECIO GÓMEZ VARELA | CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE LUGO

Religión en revisión

mayo 21, 2022 · 18:24 X

Debemos revisar nuestros conceptos y nuestros comportamientos religiosos. Religión significa relación con Dios. Ésta es dependencia, puesto que Dios es el Creador, y nosotros somos criaturas. Él es bienhechor y nosotros beneficiarios. Él es padre y nosotros somos hijos. Él es fiel, y nosotros estamos salpicados de infidelidades. Él busca nuestro bien, y nosotros vivimos de su generosidad.

Nuestras relaciones con el Señor miran al pasado, pues de Él recibimos la existencia. Démosle gracias. Miran al presente, ya que en Dios nos movemos y existimos. Adoremos su providencia, y miremos al futuro, hacia el cual caminamos en esperanza. El primer valor es el amor. Las obligaciones acusan carencia de amor. Solo el amor basta. Donde hay amor sobran las leyes. La imposición de leyes es un mal necesario para suplir la carencia de amor.

A un buen padre de familia no es necesario imponerle la obligación de dar pan a sus hijos: su corazón de padre convierte sus obligaciones paternas en necesidades ineludibles. Decirle a una madre que debe preocuparse del bien de sus hijos, sería herir sus más íntimos sentimientos. Cada hijo que trajo al mundo, es un pedazo de su corazón materno. Porque tiene hijos, trabaja, se sacrifica, se entrega… Ellos son su corazón que pone en movimiento todo su dinamismo maternal. Esto está claro en los milagros de los que nos habla el Evangelio. Cada milagro realizado por Jesús a lo largo de su vida, es prueba de su divinidad y expresión de su amor entrañable. Si no existiera amor, no existiría Dios. Dios y el amor se identifican. Esto está claro en el milagro de la sanación del leproso del que nos habla el Evangelio. Jesús se compadece del pobre leproso y le cura del doble mal que le aquejaba. Le curó el padecimiento de la lepra y le curó también del aislamiento al que sometian las leyes de entonces, en evitación de que enfermedad se contagiase a los demás vecinos del pueblo. Doble padecimiento atormentaba al pobre enfermo de referencia:el tormento de la lepra que iba carcomiendo la piel de su rostro y, sobre todo, el dolor moral de verse expulsado de la comunidad vecinal, en evitación de que su enfermedad personal pudiera convertirse en un mal endémico.

Está claro. Jesús tiene corazón: se compadece de nuestros males y se congratula de nuestros bienes. La providencia proclama gratitud respecto al pasado; serenidad en el presente, y esperanza de cara al futuro.

Creemos en la divina providencia. Dios nos presenta una partitura, cuyos pentagramas son las etapas de nuestro devenir. En ellas vamos grabando las tonalidades de nuestros comportamientos, de suerte que la composición armónica de nuestra partitura vivencial, sea de tal calidad moral, que la Santísima Trinidad pueda complacerse comprobando su acierto espiritual cuando el tiempo deje de ser tiempo, y nosotros podamos sentirnos satisfechos por haber sido fieles al Señor, todos los días de nuestra vida.

Este es lenguaje de eternidad. Escuchémoslo.

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de la Catedral de Lugo