A esta gráfica le llaman la “pirámide” de la población española (2023), pero hay que decir que eso es mentira, pues no es una pirámide, sino más bien un trapecio que muestra la composición de los que viven hoy en España por edades y sexo. Hace ya muchos años que dejó de ser una pirámide.
La primera enseñanza que nos revela la gráfica es que nos encontramos ante una sociedad moribunda que camina hacia su desaparición. Es decir, una sociedad que se está suicidando por no tener unas expectativas de futuro que entusiasmen a la población.
La segunda, ya mirando con algo más de profundidad, es que la vida humana para esta sociedad no es un valor relevante que merezca la pena, no es un proyecto interesante a ofrecer a las personas. Lo preferible es que la vida vaya muriendo sin hacer mucho ruido. Por tanto, a nadie debe sorprender que exista con toda normalidad el aborto, incluso como método anticonceptivo, especialmente si la nueva vida tiene enfermedades y hay algunos que afirman que en ese caso debería ser una obligación. Por la misma razón se acepta socialmente la eutanasia con el argumento de que no sufra el enfermo, pero sin hablar de su derecho a los cuidados paliativos. Muchos intuimos que la razón básica es para que no molesten, ni den gastos a la Seguridad Social porque la vida humana no merece la pena, un mensaje institucional para niños y jóvenes, también para adultos y ancianos.
Siguiendo con el análisis de la gráfica encontramos que hay una pesada carga encima de niños y jóvenes que parece superar sus fuerzas, más del doble de la que debería haber en buena lógica; hay tramos de edad que son más del doble de algún tramo inferior, lo que contrasta con el que sería un fenómeno natural. En contrapartida, tiene lógica que los de esos tramos inferiores se evadan con drogas, botellones, adicciones digitales… o que aumenten bastante en ellos los trastornos psíquicos y las tentativas de suicidio, incluso que sean sobreprotegidos y luego tengan dificultades para la normal convivencia social, también que haya tantos con necesidades especiales en cada clase en los estudios. La “falsa pirámide” puede ayudar a entenderlo.
En la actualidad está establecido que los hijos deben tenerse cuando sean deseados, y así serán bien acogidos y cuidados. Pero desear y acoger son hechos que no van siempre juntos en la vida, pues se puede desear tenerlos con mucho deseo, pero cuando nacen ser mal acogidos, y al revés, no ser deseados y ser bien acogidos. Lo que sí tiene la misma lógica es que, si los hijos se tienen cuándo y cómo se desee, también a los padres se “tendrán” cuándo y cómo se desee, pues en ambos casos se trata del mismo criterio: el deseo.
La gráfica explica la necesidad que hay de la inmigración, y lo ya comentado puede ayudar a entender que aumenten, a la vez, tanto la necesidad de ella como la xenofobia dada la incoherencia social y la cultura antihumanista predominante.
Menos mal que el ser humano no está determinado en su vida, siempre tiene la libertad de elegir la actitud que tomar ante los acontecimientos de la realidad y sus propios condicionantes. Incluso en esta sociedad, que no valora la vida, puede encontrar sentido en dar una respuesta clara en favor de la vida, en oponerse a los mensajes contrarios a la vida de la estructura social y de las instituciones. La persona puede trabajar en favor de la vida humana y de la colaboración por la vida entre personas, grupos e instituciones.
Para fomentar la actitud de que la vida tiene sentido siempre en la colaboración y el compromiso con los semejantes, se puede encontrar inspiración en estas palabras del Nazareno: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, ese la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre haber ganado el mundo entero, si él mismo se pierde o se arruina?” (Lc. 9, 23-25). La vida humana se realiza en el darse, en ser útil, realizar la propia vocación, en gastarse en favor de los demás, no en guardarla y preservarla.
Finalizo con lo que escribía en los años 50 el segundo secretario general de la ONU, el sueco Dag Hammarskjöld, en su diario: “La explicación de cómo un hombre debería vivir una vida al servicio activo de la sociedad… la encontré en los escritos de aquellos grandes místicos medievales para los cuales la ‘renuncia de sí mismos’ había sido el camino de la realización personal”.
Para los que a pesar de todo dicen sí a la vida queda tarea compartida a realizar.
Antón Negro Expósito
Sacerdote y sociólogo
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