Ante la creciente bipolaridad política y las mutuas acusaciones de algunos representantes de distintos partidos políticos, la apuesta por una buena gestión de la ira y de los pecados capitales se está convirtiendo en una urgencia social, ética y moral. En esta época de engaño universal, cuando los amos del mundo están al acecho constantemente, decir la verdad, buscar la verdad, afirmar que existe la verdad, es un hecho revolucionario.
Esta es una de las tesis de Cristina Martín Jiménez, experta en el tema del Club Bilderberg, en su reciente obra de gran éxito comercial: “Los amos del mundo están al acecho. Bilderberg y otros poderes ocultos” (Planeta, 1917). Los amos del mundo son manipuladores profesionales y expertos en la utilización de los medios de comunicación social para engañar y estimular al pueblo según sus conveniencias financieras y políticas. En esta sociedad de la información, cada jornada que transcurre, se hace más difícil captar lo esencial y el trasfondo de sus acciones organizadas en “reuniones de trabajo”, pagadas con nuestros impuestos, pero con el objetivo de una trama preparada para incapacitarnos en el discernimiento del bien y del mal, de la verdad y de la mentira, de la realidad y de la apariencia, de la certeza y la tergiversación.
Ante estos hechos, propongo un manual de sabiduría clásica sobre la gestión de la ira, de la bipolaridad y del dolor producido por tanta mentira e hipocresía. Hace poco, con motivo del fin de año, recordando al famoso pensador rumano Emil Cioran, escribí aquí en El Progreso, sobre la esperanza. El autor rumano en algunas de sus más contundentes reflexiones sobre el suicidio y en sus mejores textos, cuestiona las circunstancias de los orígenes de cada como uno de nosotros como un accidente. Y reflexiona sobre la soledad del ser humano en cuanto sabe reconocer la presencia de la muerte, la cercanía o lejanía de lo religioso y de lo divino, de algún dios y el milagro o la embriaguez de lo definitivo.
Ahora, en los umbrales del 2024, cuando se nos sugieren propósitos nuevos, no viene nada mal recordar algunas sugerencias de autores y pensadores antiguos que alientan a la esperanza y enaltecen las ganas de vivir. Séneca, célebre pensador romano del siglo I de nuestra era y una de las figuras más destacadas del estoicismo, en su vehemente ensayo “Sobre la ira”, escribe un hermoso manual de sabiduría clásica sobre la gestión de la ira. Argumenta que ésta es la pasión más destructiva sobre la raza humana. En su obra, ilustra con sabiduría por qué esta emoción es tan peligrosa y por qué saber gestionarla tiene grandes beneficios para las personas y para la sociedad. “La ira es una especie de locura, porque nos hace darle máxima importancia a lo que no la tiene en absoluto”. Para Séneca, que alguien no respete un ceda el paso no es un problema. El verdadero problema se manifiesta por nuestras reacciones ante lo acontecido. La furia instantánea, el deseo de dar un estruendoso bocinazo, golpear al otro… eso sí que amenaza seriamente la soberanía de la fe y de la razón y, por lo tanto, nuestras capacidades para elegir libremente, con justicia, y actuar virtuosamente. Cuando ella se adueña de nuestra condición humana, ya no hay forma de detener la caída. Nuestra salud espiritual exige que nos deshagamos de ella, pues de lo contrario puede llevarnos a la prisión y a la esclavitud infinitas.
Mario Vázquez Carballo
Vicario general de la diócesis de Lugo