Lo que engrandece a un cristiano es hacer la voluntad de Dios. Esto es lo que hizo Jesús: “He aquí, Padre, que vengo a hacer tu voluntad”, dijo el Señor, nada más pisar tierra. Esta ha sido su gran obsesión: complacer al Padre. Está debe ser también nuestra principal preocupación : cumplir la voluntad de Dios.
Para ello, es necesario escuchar al Señor, que nos da a conocer lo que quiere de nosotros. En el Antiguo Testamento, nos habló por medio de los profetas, comisionados por la divina providencia para comunicar lo que Dios espera de los hombres.
Últimamente nos habló por medio de su Hijo Jesucristo, el cual habla como nunca nadie habló jamás. Sus palabras no son sólo “Informativas”: son, sobre todo “Trasformativas”: cambian totalmente a quienes las escuchan. A los Apóstoles los trasformo en pescadores de peces, en pescadores de hombres; a San Pablo lo convirtió de perseguidor de cristiano, en evangelizador de los gentiles… Sus palabras son “espíritu y vida”. Jesús Vive aquello que dice, y esto confiere inmensa autoridad a sus palabras. Y a nosotros nos dice: “Ejemplo os he dado, para que también vosotros hagáis lo que yo he hecho, y lo hagáis como yo lo hice”.
Un joven conferenciante le pidió a un viejo profesor le aconsejase cómo debiera hablar para que su disertación fuera acertada; y el sabio profesor le dio estos tres consejos: En primer lugar, procura que lo que digas sea verdad. En segundo lugar, cuidate de no molestar a nadie con tus palabras; y finalmente, habla con la esperanza de que lo que dices va a producir fruto.
El primer consejo lo cumpliremos siempre que nuestro hablar se nutra de la doctrina de Jesucristo, ya que El es “La Verdad y la Vida”.
El segundo consejo lo llevaremos a la práctica, si nos cuidamos de no herir a los oyentes con nuestro modo de hablar, porque de esta manera cumplimos el deber de “amarnos unos a los otros” como Jesús nos recomienda.
Y con la esperanza de hacer el bien a quienes nos escuchan, ponemos en práctica el encargo de que “vayamos y demos fruto”, que nos incumbe a todos los cristianos. La puesta en práctica de estos consejos del vetera profesor, da prestigio a la persona que habla y eficacia a las palabras que dice.
El Papa Francisco acaba de invitarnos a una constante conversión, y nos dice que lo hagamos a tres niveles:
Abundemos en el anuncio gozoso del Evangelio, que nos dice quién es Jesús y cómo debemos comportarnos sus discípulos.
Indalecio Gómez Varela
Canónigo de la Catedral de Lugo