«Hay muchos que, creyéndose dioses, piensan no tener necesidad de más raíces ni cimientos que ellos mismos. Desearían decidir por sí solos lo que es verdad o no, lo que es bueno o malo, lo justo o lo injusto; decidir quién es digno de vivir o puede ser sacrificado, dar en cada instante un paso al azar, sin rumbo fijo, dejándose llevar por el impulso de cada momento. Estas tentaciones siempre están al acecho. Es importante no sucumbir a ellas, porque, en realidad, conducen a algo tan evanescente como una existencia sin horizontes, una libertad sin Dios». (Benedicto XVI, 18 de agosto de 2011).

Aprender a perdonar

En la lectura del Evangelio del domingo pasado Jesucristo nos explicaba que él vino a «dar plenitud a la ley». Para ello nos ofrecía unos ejemplos concretos de cómo se lleva a cabo esta tarea de dar plenitud a la ley.

El próximo domingo seguiremos con la lectura del anterior, pero ya con el tema de la plenitud de la ley concentrado en la necesidad de perdonar y de devolver bien por mal a los demás.

En el momento actual hay mucha necesidad de perdonar, tanto a los demás como a nosotros mismos. Hay enemistades de todo tipo que duran más de lo debido y que no conducen a ninguna parte. Y el colmo es cuando los protagonistas de algunos desencuentros están deseando arreglar las cosas, pero por «el qué dirán» no se atreven a dar el paso.

Hay demasiadas heridas emocionales que necesitan ser curadas para que no se conviertan en enfermedades crónicas que solo supuran más maldad y desasosiego.

Hay demasiados corazones rotos que solo el corazón de Jesús es capaz de reparar. En Cristo es posible el encuentro. Solo es cuestión de poner todo en sus manos y dejarse guiar por él.

Necesitamos con urgencia aprender a perdonar y aprender a pedir perdón. Necesitamos hacer un ejercicio sincero de reconocer nuestras debilidades y nuestras heridas para poder ver el mal que hicimos o hacemos a los demás o a esa persona concreta con la que ahora me cuesta entenderme.

Esto solo nos lo puede enseñar aquel que cargó con nuestros pecados y que nos ama con entrañas de misericordia: Jesucristo.

Congreso de laicos

Mientras en Fonsagrada celebrábamos el Butelo, en Madrid tenía lugar un importante congreso de Laicos.

El laicado es una parte constitutiva de la Iglesia y, además, es la mayoritaria. A pesar de esto supongo que para la mayoría de este laicado este congreso pasó totalmente desapercibido.

Reconozco que no pude, seguir mucho las distintas ponencias y las numerosas intervenciones y testimonios que hubo. Espero poder leer algo en los próximos días.

En los siguientes enlaces tenéis algunos materiales, por si alguien tiene interés en conocer lo que allí se trató el fin de semana pasado.