Antón Negro Expósito | Sacerdote e Sociólogo

Personas… ¿Tóxicas, vitamina?

marzo 24, 2025 · 11:20 X

En los medios de comunicación y en la vida diaria escuchamos con frecuencia decir que una persona es tóxica, incluso en boca de psicólogos, pero yo entiendo que rotular a una persona de “tóxica” o “vitamina” no va a favorecer la convivencia social como espero que se vea al final de esta reflexión.

El rótulo de tóxica a una persona supone ponerle delante un “cordón sanitario”, con lo que queda el camino abierto para condenarla de hecho a la exclusión social. La persona así etiquetada tendrá difícil ocupar un lugar normal en la convivencia con los demás y, para que la tengan en cuenta, le queda la fácil salida de cultivar en su vida actitudes antisociales, mismo agresivas de cara a los demás o consigo misma. Con esas actitudes por lo menos no será irrelevante, un cero a la izquierda, sino que tendrá una presencia relevante en la sociedad. Antes de que no nos tengan en cuenta es preferible que nos perciban como amenaza.

Estigmatizar a una persona como tóxica, por tanto venenosa, la pone en la antesala del maltrato y que le hagan bullying, pues a lo tóxico hay que evitarlo por lo menos, o eliminarlo. No debemos olvidar que el hecho de que en la vida política, según aparece en los medios, se esté acusando a los adversarios políticos de todos los males para la sociedad, de ser un verdadero peligro público y social, afianza esta cultura condenatoria que tampoco augura nada bonito para esas “personas tóxicas”.

La etiquetación contraria a la de tóxica es “persona vitamina” que en principio parece positiva, pero mirando más allá tampoco les augura muchas cosas buenas, ya que está invitando a que todos se acerquen a ella como parásitos a chuparle su sangre hasta que apenas les quede una gota.

Ambas etiquetas, si las examinamos con un poco de profundidad, están hechas desde el egoísmo personal del bienvivir, del bienestar propio, que instrumentaliza a los demás para la búsqueda del propio beneficio. Cierto que será un egoísmo ilustrado, pero egoísmo al fin y al cabo, pues no se pone en primer lugar el bien del prójimo sino la propia comodidad e interés.

La realidad muestra que en cada persona hay bien y mal mezclados en diversas dosis. Debemos recordar que en la Biblia, el libro más leído en el mundo, el evangelio de Juan (8, 2-11) relata que los escribas y fariseos le llevan a Jesús una mujer cogida en adulterio, le dicen que la ley mosaica manda apedrearla y le piden una respuesta. Jesús escribe con el dedo en la tierra y ante su insistencia se dirige a la conciencia de ellos así: “quien de entre vosotros no tenga pecado, que le tire la primera piedra”, y vuelve a escribir en la tierra. Fueron marchando todos comenzando por los más viejos, pues más tiempo vivido da para sumar más comportamientos injustos.

Esta mezcla de bien y mal en la persona también la recoge el psiquiatra V. Frankl en el libro “El hombre en busca de sentido” al escribir: “La vida en un campo de concentración desvelaba el alma humana dejando al descubierto su ser más profundo. ¿Sorprende que en esas profundidades encontremos de nuevo solo cualidades humanas que en su propia naturaleza son una mezcla del bien y del mal? La hendidura que separa el bien del mal, que traspasa a todos los seres humanos, llega a las más recónditas profundidades y se hace patente incluso en el fondo del abismo abierto por el campo de concentración”. Nadie es bueno o malo para todos.

La postura de querer estar solo con los buenos nos acerca al puritanismo, cosa congruente con la postura humana de sólo ver el mal fuera, en los otros y no en uno mismo. Fácilmente condenamos con prontitud a los otros, pero no miramos que el problema puede estar en las propias limitaciones que no nos permiten soportar algunos de los defectos de los demás, incluso también alguna de sus virtudes. Cuando en la parábola del trigo y la cizaña (Mt. 13, 24-30) los jornaleros le dicen al dueño de la finca que van a arrancar la cizaña, este les manda tener paciencia, que lo dejen crecer con el trigo hasta la época de la recogida.

Rotular a una persona de tóxica posiblemente esconde el propio anquilosamiento y rigidez psíquica, o las propias dificultades para una renovada comunicación y encuentro de amistad. Las redes sociales virtuales tan activas en esta época nos llevan curiosa y fácilmente a desarrollar ciertas incapacidades para las relaciones sociales personales cara a cara.

Antón Negro Expósito

Sacerdote e Sociólogo