MARIO VÁZQUEZ CARBALLO | VICARIO GENERAL DE LA DIOCESIS DE LUGO

La paz navideña

enero 4, 2025 · 22:46 0

“Estando el universo en paz”. La liturgia de la misa de medianoche del día de Navidad brilla por su teología, su belleza, su alegría, su historia y su poesía. Toda ella es un canto a la paz y a la vida. Historia, porque lo que se celebra es un acontecimiento perfectamente situado en el tiempo.

Hoy ya no queda en el orbe ningún historiador serio que ponga en duda la existencia histórica de Jesús de Nazaret. Belleza literaria, simbólica, ritual, humana… expresada en la comunidad reunida que adora al Niño Dios. Teología porque en ella confluyen las luces de la razón y de la fe. Todo es poesía. Y alegría, que resuena ya al comienzo de la celebración con el canto del pregón y el último grito del Adviento. Su última referencia histórica dice así: “en el año cuarenta y dos del imperio de César Augusto, estando el universo en paz, Jesucristo nace en Belén de Judá”. Estando el universo en paz es un fuerte deseo más que una realidad. Desgraciadamente nunca faltaron gobernantes crueles, mentirosos, traidores y despóticos como Herodes y Pilatos. Pero la paz anunciada en el pregón es el deseo más grande del recién nacido: que todos los pueblos, familias, naciones y personas, vivan reconciliados y unidos. Y en todo caso, es una llamada a nuestras conciencias porque si logramos que nuestro universo, nuestro entorno familiar, nuestra realidad, nuestra esfera de influencia viva en paz, Jesús podrá nacer porque quiere nacer y crecer allí donde el universo está en paz.

Que haya paz en la tierra es el deseo navideño fundamental. Ya las primeas vísperas de Navidad comienzan con la antífona “Rex pacificus” (Rey de la paz). Los ángeles alaban a Dios en el campo de los pastores con el cántico navideño: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a las gentes de buena voluntad” (Lc 2, 14). San Lucas vincula conscientemente el nacimiento de Jesús con el emperador Augusto, que dio la orden de inscribirse en los censos fiscales. Entre sus contemporáneos, era considerado el gran pacificador que posibilitó la paz en todo el mundo entonces conocido. Por eso en el año 9. A.c. se construyó en Roma el “ara pacis” (altar de la paz).

En Navidad, la paz que nace de la acogida de Cristo genera paz interior, Cristo nace en mí y cuando miro dentro de mí, no sólo doy con mis desgarros o ilusiones, sino que percibo en mí un espacio pacificador porque Cristo mismo habita en él.

El 1 de enero celebramos en toda la cristiandad la 58ª Jornada Mundial de la Paz, bajo el lema “perdona nuestras ofensas, concédenos tu paz”.

 Comenzó, además, el año jubilar romano dedicado a la esperanza. El Papa Francisco, en el mensaje con motivo de la citada Jornada, dice que el Jubileo “es un evento que nos impulsa a buscar la justicia liberadora de Dios sobre toda la tierra”.

Ojalá se cumplan todos los deseos del Papa y del salmista “el Amor y la Verdad se encontrarán, la Justicia y la Paz se abrazarán” (Sal 85,11) y que en este año 2025 que está comenzando, crezca una paz duradera y real que no se detenga en las objeciones de los contratos o en las mesas de los compromisos humanos. La verdadera la paz la regala Dios en los corazones desarmados, que no se empecinan en los cálculos mío-tuyo, que disipan el egoísmo en la prontitud por salir al encuentro de los demás, que superan el desaliento y que siempre están dispuesto a perdonar.

Si te conviertes en portador de paz, ésta se difundirá por si sola. Si dices la verdad, contribuirás positivamente a un mundo de paz.

José Mario Vázquez Carballo

Vicario general de la diócesis de Lugo

Opina sobre esta entrada:

Al pulsar 'Enviar' aceptas las Normas de Participación. [Abrir emoticonos] [Configura tu icono personal]