El título de este artículo se inspira en el libro de Pablo Pineda, obra en la que comparte experiencias de su existencia y los desafíos con los que se ha enfrentado en su vida como persona en situación de discapacidad. P. Pineda es el primer europeo con síndrome de Down en obtener un título universitario.
“Ser diferente es un valor”, (Madrid, 2016), es un inspirador testimonio de cómo se pueden superar las barreras con determinación y la ayuda adecuada. En ella nos recuerda que la única discapacidad es aquella que no entiende que todos tenemos capacidades diferentes. Insertarse en la literatura actual sobre la discapacidad es una aventura interesante y rica en diversidad. Cito algunos ejemplos: El coruñés y moralista J. Ramón Amor Pan, Ética y discapacidad intelectual; Oliver Sack, Un antropólogo en Marte; Teresa Perales, La fuerza de un sueño; Svetlana Alexievich, La guerra no tiene rostro de mujer; Deepak Chopra, Cuerpos sin edad, mentes sin tiempo…, obras que, cada una en su especificidad, defienden que todos somos iguales en dignidad, se preguntan sobre qué principios y valores edificamos nuestra civilización; narran la resiliencia humana en tiempos de conflicto e historias de personas en situación de discapacidad que se niegan a resignarse al “no puedo” y que experimentan el mundo de formas únicas y significativas.
La Iglesia celebra también el día internacional de las personas con discapacidad. Actos civiles se funden con actos religiosos en nuestra ciudad y en la Catedral organizados por iniciativa de las mismas personas en situación de discapacidad.
La Comisión Episcopal para la Evangelización, Catequesis y Catecumenado, bajo el lema “todos juntos regalamos esperanza”, desde el área de discapacitados, ha querido sumarse con una oportuna nota a esta celebración con el fin de alentar la cercanía a estas personas y avanzar en su inclusión en la sociedad y en la Iglesia.
A este respecto, me parece oportuno recordar y agradecer la riqueza del trabajo ya realizado por tantas personas e instituciones en Lugo ciudad y provincia: personalmente me he sentido siempre muy cerca del Centro San Vicente de Paul, presente en Lugo desde 1984 con una entrega total, día y noche, al cuidado de personas adultas gravemente afectadas en situaciones de discapacidad; Auxilia, con el recordado Padre Mato y con un rostro tan visible como Marisol Brabos, premio José Castiñeira y autora de la reciente obra “Historia dunha superación” ; Aspnais con su centro de día, centro residencial y ocupacional y la entusiasta Conchita Teijeiro que ha gastado su vida por esta asociación; Aspace Lugo, Asociación de Personas Xordas, Afadi, COGAMI, Fademga, Fundación de Daño Cerebral, Inserta Empleo, ONCE, Inserta Innovación, Acropos… y ruego que me perdonen por si se me olvidan algunas.
La discapacidad es universal. De hecho, los obispos en su nota pastoral se preguntan: “¿Quién es capaz de decir que él no tiene ninguna discapacidad?” Por eso, asumir nuestras limitaciones, y seguir adelante en la existencia, es una actitud fundamental para cuidar la esperanza y certificar que ella anida en nuestro corazón.
Acoger y abrazar, tender la mano a quien la necesita, empujar una silla de ruedas, saber escuchar, mirar con pasión y compasión, empatizar con el otro, hablar con signos, llorar con quien llora, alentar la esperanza, saber utilizar el tacto ante quien tiene limitado el oído o la vista, hablar despacio y con lenguaje sencillo a quien tiene ritmos lentos de comprensión, ejercitar la paciencia con quien tiene síntomas de pérdida de la memoria…”
Estas y otras actitudes serán siempre signo de aliento y cercanía de vida y esperanza.
José Mario Vázquez Carballo
Vicario General de la diócesis de Lugo
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