INDALECIO GÓMEZ VARELA | CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE LUGO

Un nuevo camino de Adviento

diciembre 2, 2022 · 22:06 X

Este aforismo desmiente el dicho de nuestros abuelos, según los cuales, el camino se hace al andar, pero no desmiente el hecho de que hoy nuestro mundo está cruzado de inexorables senderos que nos conducen a todos los confines del orbe. El caminar es un arte que, día a día, nos abre nuevas veredas.

Todos nosotros vamos cruzando la tierra por caminos que nosotros hemos descubierto, y en ocasiones hemos construido. Todos nosotros hemos llenado muchos años de horas, pero no se trata de llenar la vida de horas, sino de llenar las horas de vida, porque hay que distinguir el camino biológico o existencial que empieza en la cuna y termina en la tumba, y el camino religioso o escatológico, que comienza en el bautismo y durará para siempre.

El camino existencial lo vamos recorriendo inexorablemente empujados por las horas y los trabajos de cada día…»¿Qué tengo, pobre de mi, hoy de haber vivido ayer?. Sólo tengo el no tener las horas que ayer viví, lo que hoy de ayer discurri diré mañana si soy, pero tan incierto estoy de que mañana seré, que tal vez no lo diré, por haberme muerto hoy «.

Todos nosotros vamos cruzando el mundo hace ya algunos años: unos veinte, otros, cincuenta, otros más; unos puros y hermosos, llenos de buenas obras, y otros feos y pecaminosos, que quisiéramos olvidar, pero la conciencia nos acusa de nuestro mal comportamiento. Sin embargo, el camino más importante es el que se abre ante nuestros ojos, del cual podemos hacer una vereda rica en buenos comportamientos, o unas horas de tiempo perdido. Ante esta diversa posibilidad el profeta Jeremías nos advierte » Paraos en el camino y preguntaos, si ésta es la senda buena; porque todos los caminos nos llevan a Roma «, pero no todos nos conducen al encuentro con Dios.

El hombre es un ser social, comunicativo, y su sociabilidad puede existencializarse en tres direcciones: hacia Dios; hacia los hombres y hacia el mundo. El terreno que pisamos es sagrado, pero la calificación del camino depende de los pasos que por él vamos dando.

Nuestras relaciones con Dios, se  valoran por el espíritu que ponemos nosotros en el andar. Si caminamos bajo la mirada amorosa de Dios buscando en todo su gloria, el camino es acertado, y nuestro peregrinar es santificador. Por el contrario, si vamos por el mundo, dando culto al ídolo de la avaricia, del orgullo y a otros falsos dioses, debemos rectificar, porque ese modo de actuar no nos lleva a feliz término. De Dios tenemos que aprender, haciendo de nuestra conducta una constante ofrenda al Señor. Este modo de actuar es un buen camino para los cristianos.

Otro camino para realizar correctamente la relacionalidad cristiana, es el amor fraterno. No caminamos solos: a nuestro lado van otros caminantes, con los que compartimos horas de cansancio y platos de lentejas en los albergues de peregrinos. Lo incorrecto es que nos miramos como competidores, en vez de tenderles la mano facilitandoles una feliz peregrinación. Para posibilitar este comportamiento, mirémonos con ojos del corazón, que nos faciliten crear fraternidad itinerante con todos los que caminan a nuestro lado, puesto que por sus venas también corre la sangre redentora de Cristo.

Por último,también el mundo es terreno sagrado. Todo lo que hay en el cielo y en la tierra salió de las manos de Dios y nos puede llevar a Dios. El es nuestro camino. Sus divinas plantas dejaron huellas por donde El pasó, y nos marcaron el camino.

Caminante no hay camino, se hace camino al andar, pero el caminar es cometido del hombre. Sigamos las huellas de Jesús, y el camino se mantendrá expedito. Este camino nos lo recuerda la liturgia del adviento: digámoslo, y nosotros seremos los beneficiados, y el mundo se convertirá en huerto de santidad.

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de la Catedral de Lugo