«En nuestra época no son pocas las conversiones entendidas como el regreso de quien, después de una educación cristiana, tal vez superficial, se ha alejado durante años de la fe y después redescubre a Cristo y su Evangelio. En el Libro del Apocalipsis leemos: ‘Mira, estoy de pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo’. Nuestro hombre interior debe prepararse para ser visitado por Dios, y precisamente por esto no debe dejarse invadir por los espejismos, las apariencias, las cosas materiales». (Benedicto XVI. Audiencia general 13 de febrero de 2013)

Jesucristo, Rey del Universo. Un año que se termina

La solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo pone fin al año litúrgico. Esta celebración cae siempre el último o penúltimo domingo del mes de noviembre. Es una de las fiestas que llamamos «movibles», pues depende de que día de la semana coincida el día de Navidad.

El año cristiano o litúrgico es la distribución que hacemos del tiempo para celebrar los distintos misterios de la vida de Jesucristo, desde su concepción hasta su culminación, pasando por su nacimiento, el anuncio de la Buena Nueva con palabras y acciones, la pasión, muerte, resurrección, ascensión y la venida del Espíritu Santo.

Buena parte del tiempo de este año lo pasamos condicionados por el coronavirus y no sabremos aún lo que nos falta por ver y por vivir. Pero dentro de lo malo, también tuvimos la ocasión de reencontrarnos con Jesucristo y de volver la mira a él, cuando no nos quedaba nada más a lo que agarrarnos.

Si algo nos recuerdan continuamente la liturgia y las palabras de Jesucristo es que estamos llamados a ser ciudadanos del cielo y que esa es nuestra única meta, aunque en muchas ocasiones busquemos otras cosas que no tienen garantía de eternidad.

No se puede paralizar nuestra vida interior

Las cosas no están bien. En las parroquias de la unidad pastoral llevamos una semana mala: 3 difuntos por Covid y varios más por otros motivos. Con estos números, encima de todo lo que ya teníamos desde que conocimos el brote y sus dimensiones a mediados de octubre, el ánimo de todos no pasa por su mejor momento.

Las normas actuales no nos afectan demasiado, en principio, para las celebraciones litúrgicas, pues se permite un aforo del 50%, que para nuestra zona en tiempo de invierno es suficiente. Sin embargo, «el miedo está en el cuerpo» y ya van varios domingos y celebraciones es las somos muy poquitos, especialmente en los funerales, a los que ni asiste toda la familia del difunto.

Por supuesto que entiendo la situación y yo mismo ando con todas las cautelas de las que soy capaz. A veces comento que estamos en una zona despoblada, pero estos días a la hora de mirar los contactos con los que uno estuvo en solo 5 días, para avisarlos por si había algún tipo de sospecha de contagio, se encuentra con que las relaciones fueron muchas y con múltiples ramificaciones.

Pero lo que no podemos es paralizar nuestra vida interior y nuestra relación con el Señor. Ya sé nos falta el contacto directo y presencial, pero también es verdad que hoy tenemos muchas herramientas para tratar de paliar un poco esta carencia. Están los wasaps, las llamadas por teléfono, Radio María y un montón de recursos más en internet. Ahora que a lo mejor tenemos más tiempo, debiéramos aprovechar para conocer mejor a Cristo y su Iglesia y formarnos en las cosas de Dios. A continuación, os dejo una propuesta copiada del correo semanal de Jorge Guadalix.

Liturgia de las Horas para todos

La Liturgia de las Horas ha sido y es el alimento cotidiano en la oración propio, en principio, de sacerdotes, monjes y religiosos.

La liturgia de las horas nos lleva a vivir la oración en diversos momentos a lo largo de la jornada.

Lo que en principio era algo casi exclusivo para clérigos y religiosos, es cada vez más fuente de espiritualidad para los laicos.

Gente había que mostraba su dificultad para ello basándose, en primer lugar, en el precio de los libros, y porque se hacían un lío. Pero llegó internet…

Hoy es sencillísimo rezar la liturgia de las horas con un ordenador, tablet o teléfono móvil.

Hay varias aplicaciones para rezar la liturgia de las horas. Yo tengo en mi móvil una que se llama Eprex. (Otras Salterio, Ibreviary). Tan sencillo como instalar, abrir y ponerse a ello. Y si hay alguna dificultad, cualquier sacerdote o religioso se la resuelven en el momento.