«Tal vez teníamos asentada nuestra vida sobre unos valores con los que creíamos estar seguros y con los que parecía que lo podíamos todo, y que nada ni nadie iba a poder con nosotros, olvidando o arrinconando a Dios, creyendo, equivocadamente, que no lo necesitábamos. Este pequeño y maligno virus ha desmontado toda nuestra seguridad y nos ha hecho ver que Dios es realmente lo más valioso para afrontar el presente y el futuro» (Carta Pastoral de los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Toledo, 22 de mayo de 2020).

Cristianos asintomáticos a la espera de nuevo Pentecostés

Esta temporada oímos muchas veces la palabra «asintomático», referida a aquellas personas que se contagiaron del virus, pero no tuvieron síntomas y que pasaron la enfermedad de modo satisfactorio y sin consecuencias.

Pero lo que vale para el virus, no es bueno para la vida cristiana. Que un cristiano no dé síntomas de su fe en Jesucristo no es normal. Si decimos que somos cristianos, pero la presencia, teórica, de Jesucristo en nuestra vida no produce ningún síntoma que pueda ser percibido (en primer lugar, por nosotros mismo y después por los demás), mal va la cosa.

Por eso no nos podemos engañar. En el caso del coronavirus se puede pasar la enfermedad de forma asintomática. Pero si los cristianos no mostramos síntomas de nuestra condición tenemos que hacer una profunda reflexión para no seguir viviendo en una mentira y dejar de perder el tiempo.

Es cierto que a veces, desde la Iglesia, nos aferramos a cualquier vestigio que muestre un mínimo de vida cristiana y que justifique muchas de las cosas que hacemos los curas. Pero la realidad es que también esto es un autoengaño.

Pero del mismo modo, también digo que esta tiene que ser una ocasión para purificar nuestra condición de bautizados, aunque esto suponga empezar de cero. Tenemos que llegar a ser cristianos que den síntomas de que Cristo habita en nosotros o no seremos nada. Cumplir con las tradiciones solo por cumplir ya solo sirve para que las estudien los antropólogos culturales, pero para nada más.
En los días pasados me escuchasteis decir que el coronavirus aceleró aún más un proceso de debilitamiento de la vida cristiana que ya avanzaba a buen ritmo en Occidente. Lo sigo diciendo y cada vez más convencido. Muchos templos ya solo abrirán para los funerales y el día de la fiesta de la parroquia en el mejor de los casos.

Tenemos que revitalizar las consecuencias de ser hijos adoptivos de Dios por el Bautismo. Tenemos que superar el miedo y la vergüenza a actuar y pensar como verdaderos hijos Dios. No es cualquier cosa, es, sin duda, la mejor de las opciones: disfrutar de la presencia de Dios y sabernos salvados para toda la eternidad por su Hijo Jesucristo.

Esta es mi reflexión a los pocos días de la gran solemnidad de Pentecostés que pone fin a los 50 días de la Pascua. Jesús no nos deja solos, no se va para desentenderse de nosotros, sino nos que envía al Espíritu Santo defensor, que buena falta nos hace ante este desanimo de nuestro pobre espíritu personal.

Termino esta primera parte del Falando Baixiño de esta semana con la secuencia de Pentecostés, cuyas palabras suenan hoy de una forma especial:

Ven Espíritu Divino,
manda tu luz desde el cielo,
Padre amoroso del pobre;
don en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado
cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus Siete Dones
según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno.

Se echa de menos a los peregrinos

Algo que no pasa desapercibido en todo el pueblo es la ausencia de peregrinos. No lo digo solo por los beneficios económicos que reportan a esta zona azotada por la despoblación y en la que quedamos cada vez menos personas.

Me refiero a que con los peregrinos las calles se llenaban de vida, especialmente estas tardes de primavera en las que ya disfrutamos de buen tiempo y se está bien fuera.

Por supuesto que también en la Parroquia se les echa de menos. Como os decía, somos pocos y en misa aún menos, por eso un grupo de 10-20 peregrinos en misa nos hacía sentirnos en el centro de la catolicidad y se animaba, también, nuestra fe, ya que no nos sentíamos tan solos.

Creo que vamos a tardar en ver peregrinos extranjeros. Ojalá me equivoque. Pero con este panorama, a ver quién se atreve a salir de casa y echarse a andar, a veces en condiciones ya difíciles de por sí, para cuanto más bajo la amenaza de un rebrote de la Covid-19, con su consiguiente cierre de establecimientos y fronteras.

Jornada por las víctimas del coronavirus

La Conferencia Episcopal ha propuesto a todas las diócesis de España la celebración de una Jornada por los afectados de la pandemia, que tendrá lugar el día 26 de julio, fiesta de S. Joaquín y Sta. Ana, patronos de los ancianos, el grupo social más golpeado por la enfermedad, o el día 25, solemnidad de Santiago apóstol, patrón de España.

Esta jornada incluirá la celebración de la eucaristía, ofreciéndola por el eterno descanso de todos los difuntos y el consuelo y esperanza de sus familiares. Al mismo tiempo, está previsto dar gracias por todo el trabajo y el sacrificio realizado por tantas personas durante el tiempo de la pandemia y rezar de una manera especial por los mayores y las residencias de ancianos. Esta celebración desea además pedir la luz, comunión y entrega fraterna ante la crisis social y económica provocada por la pandemia y el confinamiento.

En nuestra zona no hubo casos de coronavirus, pero sí que hubo personas oriundas de aquí que padecieron la enfermedad e incluso algunos fallecidos. También hubo algunos casos entre los que formáis parte de esta parroquia virtual, así como trabajadores de hospitales, residencias, ayuntamientos etc. que estuvieron luchando muy de cerca contra la Covid-19. Y también hubo personas fallecidas por otros motivos, pero a las que no se les pudo celebrar el funeral en su momento debido al estado de alarma.

Por eso, siguiendo la indicación de la CEE, me parece oportuno aplicar la misa del 25 de julio, día de Santiago, Apóstol, a las 12 de la mañana, por todas estas intenciones que nos proponen los obispos: fallecidos, enfermos, trabajadores y por todos los demás afectados indirectamente por esta crisis sanitaria. Espero que para esa fecha podamos tener esta celebración sin problema.

La celebración diocesana será el 18 de junio a las 19:00 h. en la Catedral.

Las Primeras Comuniones

Pues está todo en el aire, pero por la proximidad del día de Corpus ya se agotan las posibilidades de maniobra. Por la celebración religiosa no va a haber problema, en principio. Otra cosa es la otra parte: banquete, fiesta e invitados que están fuera.

Por mi parte, los padres lo saben, estoy dispuesto para lo que quieran. La situación es excepcional por lo que vamos a poner todas las facilidades encima de la mesa.

Por otra parte, que no haya de momento primeras comuniones no quiere decir que no celebremos el Corpus. No habrá procesiones, ni alfombras de flores, pero la misa ese día sí que la habrá, quizás menos solemne y con muchos menos fieles, pero la habrá.

Quizás estamos demasiado acostumbrados a hacer todo siempre igual, sin darnos cuenta de que las cosas se pueden hacer de muchos modos distintos, y todos perfectamente válidos.

Ya estamos en la Fase 2, las normas son casi las mismas que en la 1. Solo de modifica un poco el aforo de los templos. En los siguientes enlaces podéis ver la normas e indicaciones.