Me dirán algunos que la pregunta no está bien formulada. Es cierto. Lo correcto sería preguntar ¿a quién podemos encontrar en la parroquia? Si la pregunta fuera así, la respuesta también sería muy fácil, al menos en la teoría: en la parroquia podremos encontrarnos con Jesucristo.
Pero no es menos cierto que la parroquia también puede disponer de medios que nos sirvan para encontrarnos con Jesucristo, tal como fue su voluntad, cuando envió a sus apóstoles de dos en dos a anunciar el Evangelio.
En la parroquia se puede participar de la eucaristía dominical con la que se celebra la resurrección de Jesucristo, que es el fundamento de nuestra fe.
En la parroquia uno se puede formar en la fe para conocer mejor a Jesucristo y escuchar su Palabra.
En la parroquia se pueden recibir los sacramentos de Jesucristo, signos sensibles y visibles que nos alcanzan la gracia.
En la parroquia se puede encontrar un espacio de silencio para la oración y la adoración eucarística. En muchas parroquias de la Diócesis un día a la semana hay un tiempo de exposición del Santísimo para la adoración de los fieles.
En la parroquia se puede despedir cristianamente a los seres queridos, encomendándolos a la misericordia de Dios y rezar por su eterno descanso.
En la parroquia se puede encontrar a una comunidad de hermanos con los que compartir y celebrar la fe en Jesucristo resucitado.
Todo en lo que la parroquia se hace y se vive debiera ser una ayuda valiosa para nuestro encuentro personal con Cristo, de tal forma que él transforme nuestra vida hasta darle un sentido pleno y una felicidad auténtica.
Pero, si se va a la parroquia con otra intención que no sea la de encontrarse con Jesucristo, os advierto que la decepción y el aburrimiento pueden ser grandes. La parroquia tampoco es un lugar para hacer feria o para que me organicen un acto más o menos vistoso con ocasión de mi boda; o para echarle un poco de agua por la cabeza a un pobre niño inocente y reírnos todos; o la ocasión para ver cuántos amigos me corresponden en el funeral de nuestro familiar para quedar bien.
La parroquia es para otra cosa: es para que nuestra vida se encuentre con la Cristo.
Termino con las palabras del Código de Derecho Canónico en las que se recuerdan las obligaciones del párroco en este sentido.
528§1.El párroco está obligado a procurar que la palabra de Dios se anuncie en su integridad a quienes viven en la parroquia; debe procurar particular la formación católica de los niños y de los jóvenes y esforzarse con todos los medios posibles, para que el mensaje evangélico llegue igualmente a quienes hayan dejado de practicar o no profesen la verdadera fe.
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