“Me creía una buena cristiana”

Miguel insiste con mucha frecuencia en que compartamos testimonios para ayudarnos, ya que «somos una familia” de la que formamos parte. Desde luego que es una bendición poder compartir las experiencias de fe con personas que no conozco pero a las que estoy unida por la fe en Jesucristo.

Pero, ¿cómo compartir por escrito todo un testimonio de vida? ¿Sería posible trasmitir lo que sientes, lo que piensas, tus experiencias de tal manera que sirvan a aquellos que lo leen?

Pues poniéndome en presencia del Señor, quisiera trasmitir mi humilde experiencia de vida y de fe.

Hace unos días fui a ver una película al cine, Silencio, seguro que oísteis hablar bastante de ella. Me hizo reflexionar.

Tengo ya cumplidos los cincuenta y unas cuantas experiencias de fe, pero nada sorprendente.

Desde pequeña recuerdo siempre acudir a misa los domingos, participando lo mejor que podía y sabía de la Eucaristía. Fui a la catequesis para hacer la Primera Comunión y la Confirmación. Continué yendo a un grupo de posconfirmación. También hice los cursos para novios y ejercicios espirituales en varias ocasiones. Acudo al sacramento de la Penitencia con cierta frecuencia y participo en la vida de la Parroquia en la medida de lo que puedo.

Y sí, «me creía que era una buena cristiana». ¡Qué ilusa! Para nada es mérito mío.

A mí me fue fácil, porque nací en una familia y ambiente cristiano, en una época que era lo normal, que no me costaba nada. Ni siquiera tenía que desplazarme lejos, ya que vivía al lado de la Parroquia. Tuve la gran suerte de tener un sacerdote que trabajaba con entusiasmo y entregó su vida a ello con entera dedicación, alegría, esperanza…

A veces me pregunto si mi fe sería tan férrea, si naciera en otro país, donde los cristianos son perseguidos y torturados. De esto trataba la película arriba mencionada.

Si yo, ante cualquier dificultad pequeña ya entro en dudas, miedos e incluso alguna que otra desesperanza, ¿qué clase de fe tengo?

En ocasiones quiero ser yo quien resuelva todos los inconvenientes y cargar con todo «para así ser mejor”. Pero luego me falta tiempo para protestar o quejarme como la primera. ¡Qué falta de humildad!

¿Dónde queda aquello de hacer las cosas sin esperar nada a cambio, ya sea una sonrisa, un aplauso, unas gracias…?

Como veis, soy una cristiana «Light», por ello y dejándolo plasmado en tinta y compartiéndolo con todos vosotros, espero ser cada día «un poquito» mejor, seguir poniéndome en las manos del Señor, pidiéndole que aumente mi fe y que me proteja en todo momento. Soy consciente del poder de la oración, por eso os pido que recéis por mí para que sea una buena cristiana. Yo también rezo por vosotros. Muchas gracias.

Foto: Cathopic.com