INDALECIO GÓMEZ VARELA | CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE LUGO

Nobleza obliga

mayo 7, 2022 · 22:01 0

Hombre, reconoce tu dignidad y obra en consecuencia. Valorarse es reconocer los dones que Dios nos ha dado y sentirse motivados para obrar responsablemente. Una cosa es presumir de lo que poseemos, y otra es reconocer lo positivo que hemos conseguido con nuestro esfuerzo. Si te reconoces culto, te sentirás movido a enseñar.

Si te sientes en una posición económica acomodada  te sentirás movido a compartir tu pan con el necesitado. El comportamiento está condicionado por la naturaleza. De el cerezo no se esperan uvas. Pero si la ribera no produce vino, decepcionará al viñador.

Para evitar esta frustración, hay que curarse en salud. Es necesario sembrar, para luego cosechar. El amor empieza por uno mismo; pero aprendamos a distinguir el amor químicamente puro y el amor aguado. El primero estimula; el amor putrefacto corrompe los valores y destruye los sentimientos. Los humanos propendemos a amarnos con amor narcisista, presumiendo de unos valores de los cuales carecemos. Nos falta autenticidad.

Vivimos al margen de la realidad, y esto es un vivir en mentira, y la mentira es falta de verdad. Esto es lo primero que experimenta el narcisista: ve su yo manchado, y siente tristeza. Se había contemplando como una persona plenamente perfecta,  y ahora ve su imagen socialmente deteriorada, y esto le produce vergüenza. Antes se creía un cumplidor de leyes, y ahora siente miedo, porque puede sancionarlo la justicia social.

Aquí no existe ningún sentimiento religioso del pecado: ninguna referencia a Dios. Hasta ahora en la conciencia de este hombre sólo existía sentimiento de vergüenza, porque había perdido prestigio social: ahora es un personaje socialmente defenestrado, porque la gente ya no se fía de él. Es cierto que la vecindad no puede acusarlo de ninguna culpa legal, pero la conciencia le acusa de infidelidad y honradez, y esto le punza día y noche como una espina que le hiere constantemente su conciencia.

Para que estos remordimientos alcancen un nivel religioso, debe contemplar sus pecados en una dimensión dialogal con el Señor, comparando el nivel diferencial que existe entre el ofensor y el ofendido: Dios es creador y el pecador es criatura; Dios es padre, y el hombre es hijo; Jesús es redentor, y el pecador es un redimido; Dios es bienhechor, y el pecador es un  favorecido.

De esta contemplación dialogal del pecado surge el arrepentimiento de haberle ofendido al Señor y el deseo de la conversión, y surge en él la decisión de ponerse en camino hacia la casa del padre, donde el amor paterno espera al hijo, al que sigue queriendo con el afecto de siempre.

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de Catedral de Lugo

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