INDALECIO GÓMEZ VARELA | 6 DE DICIEMBRE DE 2020

Adviento, oferta de gracia

diciembre 5, 2020 · 22:50 1

La gracia es el don más preciado de Dios al hombre. Es el sol de la vida. Sin el sol, el día se hace noche. Sin la gracia, la vida se hace muerte. Los cristianos que han perdido la gracia santificante son cadáveres ambulantes.

Así se comportó el Señor con nosotros. Primero fue el beso de Dios, después, la maldad de los hombres. Cuando nacemos, hay en nosotros más gracia que pecado. Con la gracia lo podemos todo. «Te basta mi gracia», le dijo el Señor a San Pablo.

Pero también el pecado tiene fuerza seductora. Por cada promesa de felicidad, te exige una porción de libertad, hasta convertirte en esclavo. Sin embargo, no es invencible. Dios viene en nuestra ayuda: «estoy a la puerta y llamo».

El Adviento mira a la Navidad, como la primavera mira al verano. El Adviento es tiempo de gozosa esperanza y de cristiana responsabilidad. El hombre es más lo que espera que lo que posee. La esperanza lo convierte en conquistador; le estimula a buscar algo mejor.

Ningún bien comparable a Dios en nuestro mundo, ni en la vida de cada uno de nosotros. Esa divina bondad nos ofrece Jesucristo en Navidad. Hay que hacer sitio al Mesías Salvador. El Bautista nos urge abrir nuestras puertas al Señor y a acogerlo con corazón limpio. Se impone un cambio radical en el mundo. Da la impresión de que en nuestro mundo no hay espacio para Dios. Nuestra sociedad no valora a Dios, pero lo necesita.

Urge cambiar el derrotismo por el convencimiento de que «otro mundo es posible».

Urge que cambiemos nosotros mismos, convencidos de que “una vida más cristiana es posible”.

Urge cambiar ya, porque el mañana no es nuestro y porque al Señor le agrada la inmediatez. Urge cambiar el ambiente, ya que los ambientes, buenos o malos, son el resultado de muchos comportamientos concretos, y el ambiente actual es refractario a Dios y a sus divinos valores.

Urge cambiar el convencimiento de que nosotros solos podemos cambiar el mundo. Necesitamos la ayuda del Señor. Nosotros no podemos hacer nada bueno sin la gracia de lo alto. El Adviento que acabamos de estrenar, nos recuerda que el Señor quiere regalarnos sus dones. Abrámosle nuestra alma ahora que llama a nuestra puerta. No dejemos para mañana la oferta de gracia que Jesús nos hace hoy. Él gusta de las respuestas inmediatas: «Zaqueo baja enseguida», y la salvación entró en la casa de Zaqueo.

También entrará en la nuestra, si nos abrimos a su llamada, y el mundo será digna morada de los hijos de Dios.

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de la Catedral de Lugo

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