Miguel Ángel Álvarez Pérez

Relativismo, «buenismo» y populismo

febrero 18, 2018 · 0:00 0

Tuve una profesora que nos decía con mucha frecuencia que los “ismos” son generalmente malos. Ahora, que tengo unos años más, compruebo todos los días que es cierto.

Hay muchos expertos que analizan las causas de lo que le pasa al mundo y a sus instituciones, también a la Iglesia. A muy pocos, por no decir a ninguno, les oigo hablar de algunas cosas como son el relativismo y el “buenismo». Del populismo sí que se habla, porque se manifiesta de manera evidente y abierta.

En mi humilde opinión estos tres “ismos» están haciendo mucho daño a la sociedad y a la Iglesia. Los tres se pueden resumir en lo que designamos como “políticamente correcto”, que es lo que ahora, por otra parte, pone límites a casi todo y a casi todos.

Antes de seguir adelante vamos a ver lo que nos dice el diccionario de la Real Academia Española sobre estas tres palabras:

Relativismo: Teoría que niega el carácter absoluto del conocimiento, al hacerlo depender del sujeto que conoce.

Buenismo: La palabra buenismo no está registrada en el Diccionario. Acudimos a la Wikipedia: Buenismo es un término acuñado en los últimos años, y aún no recogido en el DRAE, para designar determinados esquemas de pensamiento y actuación social y política (como el multiculturalismo y la corrección política) que, de forma bienintencionada pero ingenua, y basados en un mero sentimentalismo carente de autocrítica hacia los resultados reales, demuestran conductas basada en la creencia de que todos los problemas pueden resolverse a través del diálogo, la solidaridad y la tolerancia.

Populismo: Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares.

Y ahora mi comentario que, por supuesto, no es Palabra de Dios.

El relativismo, que tanto denunció Benedicto XVI, nos hizo creer que todo vale, todo es igual, no hay valores universales ni absolutos, todo se hace a la medida de cada uno.

¿Las consecuencias para quién son? Siempre para los mismos, los más pobres. Los hijos de los ricos y de los dirigentes políticos van a colegios privados de élite de otros lugares de España y del extranjero, donde no hay huelgas ni follones políticos ni de otro tipo. Así unos aprovechan el tiempo y los otros les sirven de escudo humano a los padres de los primeros.

Algunas palabras y conceptos van por delante de la Real Academia Española, y por eso aún no recoge algunas palabras y otras las define de un modo restringido, como el caso del término «populismo» que se aplica a la política, pero que afecta a otras muchas realidades, también a la Iglesia.

Me importa la vida de la sociedad en la que vivo. Confío en que esta misma sociedad, que ya es adulta, dispone de los mecanismos y  responsables necesarios para garantizar el bienestar y la convivencia pacífica de todos. Por eso estoy tranquilo. Quizás me preocupa más otro ámbito un poco más reducido, el de la Iglesia, en el que tengo una responsabilidad mayor. Como dije al principio, estos tres “ismos” también están haciendo mucho daño a los mismos cristianos: nos hacemos una doctrina a medida, cogemos solo lo que nos interesa del Evangelio, las ayudas de Cáritas quedan reducidas a un mero “buenismo” la mayoría de las veces, por lo que se consigue todo lo contrario de lo que se buscaba y, por último, el querer quedar bien con todos y no enfrentarnos a la realidad y a lo que tiene que ser, nos lleva a ceder a las propuestas más surrealistas, como hacer el recuento de los votos de un referéndum ilegal dentro de una iglesia y al son de cantos litúrgicos.

Miguel Ángel Álvarez Pérez

Párroco de A Fonsagrada

Foto: Elentir

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