FRAY JOSÉ ESTÉVEZ | EL PROGRESO | 15 DE OCTUBRE DE 2017

Déjenme hablar de las misiones

octubre 15, 2017 · 8:00 0

Déjenme recordar a las gentes encantadoras de Burundi y Rwanda, con las que he llorado, sonreído y esperado, durante 21 años, 1973-1994.

Llorado al encontrarme con cientos de personas que carecían de casi todo: medicamentos, escuelas, agua limpia, alimentos, caminando con los pies descalzos, durmiendo en el suelo sobre unas esteras… Llorando, sí, porque no podíamos llegar a todos.

Sonriendo y festejando la construcción de escuelas, la mejora de viviendas, la construcción de centros de salud y dotación de medicamentos, repoblación de árboles, cooperativas, escuelas artesanales (carpintería y albañiles) y hogares de formación de jóvenes: costura, cocina, atención familiar.

Los espacios a los que son nombrados los misioneros por sus Obispos cambiaban en pocos años. Su ausencia por las guerras devolvía a las gentes a sus estrecheces. “Vosotros sois nuestra voz, no os vayáis”

¿Cómo era posible este necesario cambio social? gracias a Cáritas nunca faltaba en las reuniones parroquiales un  relato de los necesitados: ancianos, viudas, huérfanos, enfermos. Para ellos alimentos  y ayuda en el trabajo de sus pequeños huertos. En Cáritas diocesanas se encontraban medicamentos, ropas, alimentos. Todo facilitado por Cáritas internacional (aceite, maíz, trigo troceado, habas, leche en polvo……).

Vivíamos en esperanza. Escribir a Manos Unidas y esperar respuesta era una garantía de que algo/mucho nos llegaría; y así llegaron ayudas para mejora de viviendas, escuelas, salas polivalentes, traída y depósitos de agua, medios de transporte, iluminación con placas solares en centros comunitarios, granjas…

La presencia del misionero era reflejo de la alegría del Evangelio. Nos sentíamos muy a gusto con aquellas gentes que llamábamos nuestros hermanos.

Le ofrecimos lo que construye la humanidad: el valor de sus vidas ante Dios, la oferta del perdón de un Padre lleno de misericordia y bondad, la novedad del Evangelio fundado en la vida y mensaje de Jesús.

Su respuesta a la gracia se manifestaba en un desbordamiento de fiesta en la Pascua de cada año con los cientos de bautizados después de tres años de preparación. La gracia de Dios no cayó en vano.

Si hubo desórdenes y muertes no fueron causados por los creyentes sino por brotes incomprensibles de egoísmo.

Gracias, misioneros de Lugo. Gracias a los amigos de las misiones por vuestra cercanía.

Fray José Estévez Iglesias – mercedario- Sarria

Foto: Cathopic.com

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