Mario Vázquez Carballo | El Progreso, 1 de octubre de 2017

Asís y Lugo

octubre 1, 2017 · 7:00 0

El día 4 de octubre celebramos la memoria de S. Francisco de Asís. La ciudad de Asís es conocida sobre todo por el gran personaje que fue San Francisco. Allí nació en 1182 y murió la noche del 3 de octubre de 1226 en una choza de la Porciúncula, junto a la actual Santa María de los Ángeles.

Dos años más tarde de su muerte era canonizado por Alfonso IX (1228) y muy pronto proclamado patrón de Italia (junto con Santa Catalina de Siena) en 1939. San Francisco de Asís es un caso único entre los santos, no sólo por el proceso de su conversión a Dios y a los más miserables de la sociedad, sino también por sus estigmas y por su imitación y semejanza con Cristo, incluso en su vida exterior. Hijo de Pedro Bernardone, un rico comerciante de la ciudad, llevó una vida de joven aventurero, dedicado al placer, al consumo e incluso participó en las guerras y turbulencias ciudadanas propias del tiempo. Su inquietud por la búsqueda de Dios y su preocupación por los más pobres le hizo vivir una experiencia espiritual única en la Iglesia de san Damián donde sintió por tres veces la invitación de Cristo crucificado: “la llamada a reparar su Iglesia”. Dócil a la llamada de Cristo, compadecido por la soledad de un leproso en las afueras de la ciudad, lo abrazó y lo besó. Aquel beso de amor al pobre marginado transformó su vida. Percibió que había besado a Cristo y  que allí le había encontrado para siempre.

Los que somos conscientes de que vivimos en una sociedad secularizada, recordamos, con razón, la ejemplaridad de las vidas de santos, que no solo nos dejaron una historia admirable sino también huellas de sus obras que impregnaron de bien la sociedad tanto en el sentido espiritual como material. La ciudad de Lugo, desde entonces, huele también a San Francisco y al franciscanismo. Los franciscanos, los oblatos, las cofradías de inspiración franciscana, testimonian, con viveza, las pisadas del Santo en estas tierras nuestras. Dícese que San Francisco, con mucha probabilidad, de paso a Santiago de Compostela fundó el convento franciscano del que todavía se conserva muy bien la Iglesia, actual Parroquia de San Pedro, así como el Claustro, la cocina del convento (intacta) y otras estancias. Desde entonces, Lugo no se entiende sin San Francisco y sin franciscanos donde todavía podemos gozar de su presencia en el Colegio y en O Cebreiro acogiendo a los peregrinos.

Siglos después nos preguntamos qué queda de San Francisco en una cultura donde el pecado no tiene relieve y la pregunta por la salvación enmudece. ¿No será quizá el horizonte del supremo bien y santidad perdibles? Enigmáticamente, el bien es fundamento y anverso; sólo en referencia a él tiene el mal densidad y relieve. Cuando pierda la referencia a aquél habrá aparecido el infierno de la trivialización y de la insignificancia. Como reza la oración de postcomunión de la liturgia del día, que el Señor nos conceda “imitarle en su caridad y en su celo apostólico para que gustemos los frutos de tu amor y nos entreguemos a la salvación de nuestros hermanos”. Y que, como el santo, seamos instrumentos de la paz.

Mario Vázquez

Vicario General Diócesis de Lugo

Foto: Cathopic.com

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