EL CORREO DE LOS LECTORES | TESTIMONIO

Dios me creó de nuevo

enero 31, 2017 · 18:06 0

[Estoy teniendo suerte con los testimonios. Esta semana os puedo ofrecer otro. Soy algo pesado insistiendo, pero merece la pena compartir y conocer estas «pequeñas grandes historias». Seguro que a todos nos ayudan. El título del testimonio de hoy y la foto que lo ilustra son cosa mía. Me dejaron libertad. Del autor solo pongo las siglas, de momento. Espero que nos escriba alguna cosa más, pues me consta que tiene mucho que contar todavía]

Un gran amigo sacerdote, joven él, con un corazón que no le cabe en el pecho, y con cara de pillo me preguntó: ¿Quién es Dios para ti?.

Misma pregunta que nos hicieron a unas personas hace aproximadamente 35 años en la parroquia que él lleva hoy en día.

“Un Padre”, “el que me dio la vida”, “el que me quiere como un hijo”, etc, etc. Contestaciones cortas y difíciles por lo menos para mí en aquellos momentos.

Diría con seguridad que: ‘’es el encuentro con Él”. El encuentro donde me llamó y me reveló su amor, sin yo entender nada. Sí;  el encuentro como el de Jesús con Leví, que sentado en el mostrador de los impuestos oyó que Jesús le decía ‘’Sígueme”.

También yo estaba sentado en el mostrador de mi vida placentera, de disfrute, de juerga, de ‘’amigotes”, viviendo como si Dios estuviera muy lejos. Estando casi, casi, mas fuera de su casa que dentro. Cierto que me acordaba de Él, cuando las pintaban negras; cierto también que su llama nunca se apagó en mí.

Dios, reconozco ahora, que no es alguien que coge una vara de medir y comienza a examinar a la gente conforme a su propia medida, no; Dios, mandó a su Hijo para que se hiciese como nosotros (menos en el pecado) y así no tuviéramos miedo de acercarnos a él.

Por mi mente circulaba la idea de que no era digno del perdón y amistad de Dios, y no es así. No tuvo miedo a  ‘’mancharse las manos” conmigo, sino que me las estrechó fuertemente, tiró de mi sacándome del foso y me abrazó. Se acercó, sí, pero no para humillarme sino para ensalzarme. Dios solo estaba deseando que llegase el momento para darme su perdón y su misericordia. ‘’Que tranquilidad”, tener un Dios así. Un Dios que me acogió en sus brazos de Padre, como hizo el buen Samaritano con aquél hombre que bajando de Jerusalén a Jericó (llamado el ‘’camino de la sangre”, en razón por la sangre que allí se derramaba por los ladrones que asaltaban a la gente), se hizo cargo de él.

Tuvo compasión de mí, cuando otros me habían abandonado, dado la espalda, cuando se terminaron las fiestas, las juergas. Me dejaron tendido, pero no muerto. Fue cuando me  cargó sobre sus hombros y me llevó de nuevo a su casa y me animó a la conversión, a que dejara los malos hábitos y me enrolara en la aventura divina del Evangelio.

‘’Él”, pasó junto a mí y me llamó, me curó. Si no le hubiese respondido, Él seguiría su camino y yo lo perdería de vista y de mi vida. Qué pena si no lo hubiese sabido detener.

Me agarré a la mano bondadosa del Señor y salí victorioso de  mis luchas, crisis…..aunque me quedaron las cicatrices  de la pelea, de la lucha.

Dios me ama como soy, para hacerme como Él quiere que sea. Sí, ¡es el encuentro con Él! . Que día más hermoso aquél. M.C.M

Foto: Cathopic.com

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