El Congreso Nacional de Hermandades y Cofradías de Semana Santa, celebrado en la ciudad y diócesis de Barbastro, en el mes de febrero, se definió a las Cofradías, y más concretamente a los cofrades, como “apóstoles de la calle”.
Me parece una definición lúcida y expresiva para esclarecer la identidad actual de los cofrades y de las Cofradías, que asume la invitación del Papa a ser Iglesia en salida. Como apóstol entendemos al “testigo”, al “enviado” a anunciar y vivir el evangelio. Eso significa la palabra “apóstol”. Cofrade es, pues, el testigo de Jesucristo y de la Iglesia, que, dando por verdadera su coherencia fe y vida, lo manifiesta concretamente en la calle. Cuando se recorta o se discute la presencia religiosa en los ambientes públicos y se pretende recluir a la clandestinidad y al silencio la vida cristiana, los cofrades, y las Cofradías, portan público testimonio de su fe y amor a Dios. “Sólo desde la fe se entiende la Semana Santa en su integridad y sólo con fe se pueden vivir estos días santos como cofrade”, escribió Monseñor Sánchez Monje, siendo obispo en Mondoñedo.
En Semana Santa abundan imágenes de gentes que hacen su descanso en las playas, hacen turismo evasivo o se acercan, curiosos, a los desfiles procesionales desde el interés cultural o simplemente estético y costumbrista.
Pero hay otra manera de celebrar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Es la manera “cofrade”. La Semana Santa cofrade busca llenar de la luz de la fe las calles oscuras de la vida y hacer palpitar, con ardoroso entusiasmo, al corazón creyente o al simple espectador alejado. Verdaderamente, sea esto lo más valioso del cofrade en la calle: mover el corazón, despertar los sentidos, tocar el alma y ayudar a creer. Evangelizar.
Cristos, Vírgenes, escenas bíblicas… son portados con fe en el foro público. Las procesiones son manifestaciones públicas de la fe, “escuelas populares de la fe para los fieles y talleres de santidad para los cofrades”, escribió Benedicto XVI. De ahí que deban acompañar claramente la experiencia de fe y amor de quienes portan y veneran como cofrades esas imágenes de la piedad cristiana. Cada Cofradía exterioriza la verdadera religiosidad popular, catequesis en acción que revela el testimonio vivo del amor de Cristo en su Muerte y Resurrección, y el de su Santísima Madre.
Reforcemos nuestras cofradías, participemos en ellas, cuidémoslas, porque “siendo fermento y levadura evangélica difundís el mensaje de la salvación, y fortaleciendo la presencia confesante en la vida pública, con coraje y sin complejos, podéis aportar una extraordinaria riqueza a la Nueva Evangelización.” (Benedicto XVI). Esa es la meta de la Semana Santa cofrade y de la vida cofrade.
Daniel García García
Canónigo y párroco de Albeiros
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