La ciudad de Lugo, si por algo se caracteriza, además de su profundo espíritu trabajador, es por la magnitud de la celebración de sus festividades. Prueba de ello es la secular tradición de las fiestas del patrón de la ciudad, San Froilán, que octubre tras octubre, reúnen a gente de toda España para disfrutarlas.
El siglo XXI no ha hecho sino refrendar esta verdad, con un Arde Lucus que todos los meses de junio atrae a miles de turistas deseosos de compartir ese espíritu festivo, tan propio de los lucenses.
La llegada masiva de gente de fuera de la ciudad para celebrar fiestas tiene, junto con las de San Froilán, su punto de partida en las fiestas del Corpus Christi y, más concretamente, el domingo posterior a la festividad del Corpus, con la celebración de la Ofrenda del Reino de Galicia al Santísimo Sacramento (siempre expuesto en la Capilla Mayor de la Basílica de Lugo).
Un repaso a los principales festejos acontecidos ese día, a lo largo del primer tercio del siglo XX, nos permite revivir esas primeras exhibiciones de aviones, como la celebrada el domingo de la Ofrenda, un 18 de junio de 1911, en la zona de Montirón, ante más de 15.000 personas, que fueron testigos de un breve vuelo, de poco más de un minuto, que terminó con el piloto, Benito Loygorri, estrellándose en los campos de centeno de la afueras de Lugo, aunque saliendo, afortunadamente, con vida.
La Ofrenda del Reino de Galicia al Santísimo Sacramento engloba, como pocas ceremonias, un carácter religioso, y civil. Este hecho tuvo sus inicios el 1 de marzo de 1669, cuando los siete representantes de las capitales del Reino de Galicia, incluyeron la condición de la ceremonia, dentro del donativo de 30.000 ducados, para colocar cuatro luces más delante del Santísimo. Ese domingo posterior al Corpus fue, y sigue siendo, un día donde la música inundaba las calles, con bandas como la de Isabel la Católica, Municipal de Lugo o Municipal de Ribadeo en 1914, o la de Infantería de Marina, en 1912, año en el que los fuegos artificiales asombraron a los lucenses con el uso de una traca de más de 500 metros, o 25 tipos distintos de pirotecnia, que precedieron los fastuosos bailes que ese domingo de la Ofrenda, se celebraban en el salón del Casino, a partir de las 11 de la noche.
En la década de los años veinte, Lugo fue testigo de llegadas masivas de gente el domingo de la Ofrenda. En 1923, la ciudad se engalanó para recibir a miles de peregrinos llegados de Santiago de Compostela, Ferrol o Betanzos. La llamada realizada por el sacerdote Alfredo Lorenzo López, cuajó también en la provincia lucense, donde villas como Sarria enviaron “más de seiscientas personas, que vinieron en tren especial y entre cuyas personas se advertía la presencia de muchas señoras de las más distinguidas de aquella villa”. En 1924, los miles de peregrinos que llegaban a Lugo, son recordados desfilando por las calles cantando el Himno del Santo Cristo de Limpias, acompañados en todo momento por bandas municipales y orquestas de toda Galicia.
El próximo 30 de junio nuestra ciudad será testigo, en su Catedral, del 350 aniversario de una ceremonia de un solemne carácter devocional hacia el Santísimo Sacramento, tan propio de la identidad cristiana de la Diócesis de Lugo, pero que también engloba al resto de la ciudad, como lo demuestran los festejos antes citados, y la interminable lluvia de flores que acompaña, año tras año, la procesión posterior a la Ofrenda por las milenarias calles de Lugo, la “Ciudad del Sacramento”.
Marcos G. Calles Lombao
(Doctorando en Historia del Arte en la U.S.C.)
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