INDALECIO GÓMEZ VARELA | CANÓNIGO DE LA CATEDRAL DE LUGO

La Eucaristía, misterio de fe

junio 5, 2021 · 16:20 X

La fe se nutre de certeza, de creencia, de verdad y de responsabilidad. Existen tres niveles de certeza.

El primero es la certeza evidencial, la que salta a la vista, que se fundamenta, a su vez, en la certeza matemática, que resulta de la adecuada relación de las partes, la certeza empírica, que tiene por fundamento la experiencia repetida de los acontecimiento y la certeza lógica, que es aquella a la que se llega mediante el raciocinio.

El segundo es la certeza histórica, la que tiene por fuente el testimonio de los contemporáneos de los hechos.

Y, por último, la certeza moral, la que se fundamenta en la mayor o menor veracidad del que nos habla.

Las cuatro primeras clases de certeza no pueden negarse, porque su veracidad es evidente o se constata por raciocinio, o por experiencia. En la certeza histórica y en la certeza moral, la garantía de verdad que nos trasmite depende de la valoración que hagamos de las fuentes transmisoras.

Certeza es la adhesión a las proposiciones o verdades que nos hacen los demás.

Las creencias favorecen la fe, pero aún no son fe. Ante la certeza el hombre es receptor, (recibe la verdad objetiva). En el campo de las creencias el hombre es buscador (es sujeto activo).

¿Cómo se desarrollan las creencias? Para que haya creencias, se requiere, en primer lugar, interés por parte del que desea creer; en segundo lugar, modelos de identificación que merezcan credibilidad, y, por último, selección de un modelo de creencias, (cristianismo, marxismo…) y optar por él.

En esta elección, cuenta más el corazón que la razón. Aquel aforismo: «nada se desea si antes no se conoce», hay que sustituirlo por este otro: «nada se conoce de verdad, si no hay interés por poseerlo». Aquí influye más la simpatía, la amistad, el interés subjetivo, que la valoración objetiva. De ahí la importancia de cuidar el modo de presentar las propuestas para hacerlas creíbles. De ahí también la importancia de hacer atrayente la verdad religiosa, para que el oyente la acepte con agrado.

Cierto que también se requieren la racionalización, la comprobación de que aquello que se nos ha dicho y que nosotros deseamos creer, es creíble. Tras esta comprobación, yo me hago creyente y misionero y testigo de mis creencias ante los demás.

Por supuesto, las creencias no son fe, pero predisponen para la fe; suscitan interés por la fe…; dejan expedito el camino para la fe, la cual nos será infundida por Dios, fuente de verdad y de vida.

No podemos confundir creencias y fe. La fe es gratuita, pero las creencias, no: éstas son labor humana y tenemos que suscitarlas con nuestra labor personal, como un bien para nosotros, y con nuestra labor pastoral, como un bien para los demás. Abrámonos a la apertura de Dios, y la fe vendrá a nosotros, y, por nosotros, a nuestros hermanos.

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de la Catedral de Lugo