Durante los meses de verano, dejando de lado incluso obligaciones ministeriales, acostumbro a trabajar algunos fines de semana en la “BBC”. Sí, no se asusten, sobre todo los sábados me dedico a las bodas, bautizos y comuniones (“BBC”) reducidas casi exclusivamente a eventos sociales. Si quieren otra comparación pueden tomarla de los anuncios publicitarios de los restaurantes: “Salones para bodas, bautizos y comuniones…” en mi caso, es casi lo mismo.
Tengo claro que la misión de un cura no es la de ser un organizador de eventos sociales. Si bien reconozco que algunos sacramentos que recibimos los cristianos a lo largo de nuestra vida tienen un componente festivo o social muy importante no obstante, es secundario.
Lo esencial de los sacramentos es Dios que pasa y llama para entrar y quedarse en nuestra casa. Si falla el fundamento, todo lo demás se convierte en humo que pasará sin pena ni gloria y que solo servirá para incentivar un poco la economía de algunos negocios, y quedará todo reducido a un intercambio de regalos: hoy, tú; mañana, yo.
Les aseguro que no decidimos ser curas con la intención de ser animadores de fiestas o empresarios de los sacramentos, porque hasta en esto, la Iglesia es la que menos gana. En mi parroquia pedimos, para los que puedan pagarlo, 100€ por un funeral o una boda (tener la iglesia abierta medio día, preparar todo: la cuestión administrativa y decorativa, la ceremonia, recoger todo y barrer el arroz y el confeti, que es lo peor). Y no pedimos nada por todo lo demás: bautizos, comuniones, confirmaciones. Ahora miren lo que cuesta una corona de flores o un cubierto en una boda.
Tampoco somos guías culturales. Es cierto que una parte importante del patrimonio cultural de España es de la Iglesia Católica. Pero la Iglesia solo tiene la misión de conservar lo mejor que se pueda un patrimonio que es para disfrute de todos. Pero no es su misión esencial, es algo colateral. Las manifestaciones artísticas que hoy valoramos tenían dos o tres funciones: honrar al Señor, tener un lugar para el culto y el encuentro de la comunidad con Dios para celebrar la fe y una función catequética, de ahí las representaciones bíblicas y de las verdades de la fe. Ya sabe, ayer como hoy, una imagen vale más que mil palabras.
Los curas estamos para servir a las personas, pero con una misión concreta y única. No se enfaden cuando un cura les diga a algo que no. Piensen por un momento que van a una carpintería metálica a arreglar una joya y se empeñan en que el empleado tiene que soldar un fino pendiente con un soplete de acetileno, pensado para cortar las gruesas chapas de acero de un barco. En nuestro caso es casi lo mismo. Muchas veces, sin mala intención, se nos pide algo que no tiene nada que ver con la misión de la Iglesia y que, además, no es bueno para quien lo pide o, en el mejor de los casos, es una pérdida de tiempo.
Termino con dos ejemplos reales para que vean que no estoy desvariando. Cuando preparo las bodas con los novios, muchas veces la única pregunta que me hacen es cómo se tienen que colocar. Les digo que estén tranquilos que ya los colocará el fotógrafo. Y en el caso de los bautizos, la pregunta es quién tiene que coger al niño cuando se le eche el agua. Les digo que lo coja el que más fuerza tenga. Perdónenme las ironías.
Miguel Ángel Álvarez Pérez
Párroco de San Froilán
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