INDALECIO GÓMEZ VARELA | CANÓNIGO DE LA CATEDRAL

La creación, obra del Señor

febrero 24, 2024 · 23:30 0

El Señor, puesto a crear no puso condición alguna a su obra, más que la perfeccionalidad y la perpetuidad, para ello pidió al hombre su colaboración, convirtiéndolo en inspiración del buen obrar y subsanación de imperfecciones. El hombre acertó el ruego del Señor.

Y allí están las múltiples vías acuáticas que unen las diversas marinas que permiten al hombre desplazarse de continente a continente sin pisar tierra firme, y allí están las rutas aéreas que le permiten a los ciudadanos intercambiar sus productos nacionales fruto de sus sudores sin pisar campos ajenos e intercambiar productos médicos capaces de evitar que las dolencias que a diario proliferan en el mundo, se conviertan en epidemias hiriendo de muerte a incontables seres humanos, cuya vocación personal es la de vivir para siempre…

Y allí están también las incontables obras de arte construidas por los hombres, como la basílica de Santiago de Compostela, la Catedral de Lugo, la Torre de Hércules de A Coruña, la Catedral de Burgos, la ciudad del Vaticano, la Basilica de La Sagrada Familia en Barcelona cuyos materiales de hormigón y acero la hacen famosa en todo el mundo, y allí están también las múltiples plazas de abastos que proliferan en nuestras ciudades… Realmente el hombre es un generoso aportador de material nutritivo para la industria del hombre.

La divina providencia estuvo al servicio del hombre desde el amanecer de la humanidad y lo estará mientras los seres vivos pisen tierra. La divina providencia cuida de todos los hombres y de todo el hombre: de su humanidad y de su espiritualidad. Su espiritualidad la nutre con las virtudes cardinales, enviando misioneros pregoneros de la divina palabra, que le recuerda al hombre que Dios le ama y que su divina providencia no tendrá fin con nuestra muerte.

Para nosotros hay también una eternidad amorosa y providencia de las cuales seremos todos herederos por siempre, disfrutando del divino amor y del amor de nuestros antepasados que nos lo enseñaron que el mundo no es cielo pero que es camino de cielo, y lo compartiremos con el Señor y con todos los bienaventurados por toda la eternidad. No nos cansemos de caminar, ya que la ruta toca a su fin, y la recompensa ya se percibe en la mano del Señor.

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de la Catedral de Lugo

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