Indalecio Gómez Varela | Canónigo de la Catedral de Lugo

La Palabra de Dios

abril 4, 2023 · 10:15 X

El hombre es un ser social. El medio principal de vivir su sociabilidad es la palabra. De ella se sirve principalmente para relacionarse con Dios, con los demás conciudadanos y, en cierto sentido, también con el cosmos. La Iglesia nos da normas de comportamiento para regular nuestras relaciones, sirviéndose de los documentos conciliares del Vaticano ll. Estos documentos conciliares son las constituciones, los decretos y las declaraciones conciliares.

Así lo hace la Iglesia, partiendo del hecho de que Dios ha hablado a los hombres a través de las tres divinas personas: habló el Padre, valiéndose de los profetas en el Antiguo Testamento; habló el Hijo haciéndose hombre y habitando entre nosotros en el Nuevo Testamento. Así nos lo recuerda San Juan en el prólogo de su evangelio: «La Palabra se hizo hombre y habitó entre nosotros «, y nos habla ahora por el ministerio de la Iglesia, continuadora de la misión del propio Jesucristo, por medio del cual, la revelación llegó a su cumbre, y continúa ahora por la acción del Espíritu Santo.

La Palabra de Dios tiene una dimensión trinitaria y al mismo tiempo, dialogal: quiere ser escuchada y correspondida. Dios siempre ha mantenido un diálogo de amor con el hombre. Dios siempre ha tenido una relación de correspondencia y de complacencia, a la vez que de benevolencia con el hombre. Dios no necesitaba nada de nosotros, pero se complace con los hombres. El hombre tiene una gran dignidad para Dios, tanto en lo humano como en lo sobrenatural, y se complace en nosotros haciéndose nuestro generoso benevolente. Toda su benevolencia está saturada de amor. Todo lo que hace Dios, lo hace por amor y con generoso amor, demostrando así su inmensa benevolencia con nosotros. A este comportamiento le llamamos Jesucristo, el «Logo de Dios «, no sólo por su palabra, sino también por su vida y su obra. Jesucristo es la palabra de Dios. Desde que Jesús se encarnó, Dios ya no tiene nada nuevo que decirnos. El es la palabra definitiva del Padre. Sin embargo, la voluntad de Dios hoy nos llega por el ministerio de la Iglesia. Las enseñanzas de la Iglesia en materia de fe y costumbres, son materia indiscutible para los cristianos. No aceptarlas es un fallo en el campo doctrinal. En este sentido hay que decir que la palabra de Dios nos lleva también por medio de los hombres: los profetas y la Iglesia, con su ministerio, son una mediación descendente, de la que Dios se vale para comunicarnos sus divinos designios aquí y ahora.

Está claro que la palabra de Dios es un acontecimiento trinitario y es también un acontecimiento antropológico. Nos llega a través de Jesucristo, Dios y hombre, y a través de la Iglesia para que los hombres lleguemos a conocer la voluntad de Dios y cumpliéndola, lleguemos a ser felices. Nosotros podemos quitar muchas cosas de nuestra vida, pero nunca podremos dejar de lado la divina voluntad. Dios nos creó para ser felices, y cuanto más rica e íntima sea nuestra relación con Dios, más intenso será nuestro acceso a la felicidad y a la vida comunitaria con nuestros hermanos.

Necesitamos ser testigos de la palabra de Dios ante nuestras comunidades. No basta hablar de Dios de una manera memorística, sino testimonial. Necesitamos de la escucha de la palabra de Dios. Necesitamos el estudio meditativo de la palabra de Dios. Hoy sólo se nos cree lo que decimos, si vivimos lo que predicamos. Hoy la evangelización no es teoría bíblica, sino testimonio evangélico.

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de la Catedral de Lugo