EL CORREO DE LOS LECTORES

Carta a Dios: ¡Cuántas cosas te diría si te tuviera enfrente!

septiembre 21, 2020 · 20:48 0

Querido Dios:

Aquí estoy, intentando explicarte como me siento o lo que siento, aunque tú ya lo sabes.

Nunca te veo. A veces te presiento en mi interior, pero puede que sean imaginaciones mías. ¡Si al menos fueras un poquito más claro cuando te manifiestas y si hicieses que fuera más fácil encontrarte…!

Te pido muchas veces que me des fe, pues la que tengo no me llega para verte claramente.

Sabes de todos mis miedos. Sabes de mi miedo al futuro, incluso más que a la enfermedad -a la que también tengo un miedo horrible-, al miedo de quedarme sola en la vejez.

Por otra parte, Dios mío, perdóname, pero no te entiendo. Si de verdad nos quieres ¿Por qué dejas que tanta gente lo pase tan mal? Mira, Señor a las personas de muchos lugares África, a los que tienen que emigrar, a los de Yemen y a los de tantos países que no tienen nada. ¿Por qué los dejas en esta situación tanto tiempo? ¿Por qué ahora esta pandemia que tantas penas está causando?

¡Dios mío!, si es verdad que eres todo amor, ¿Por qué en tantas personas no pones ahora ese amor?

¡Dios mío!, esta carta es dura, pero es así como me siento ahora.

Por otra parte, en cuanto a mí, solo quiero darte gracias infinitas por la vida que me has dado hasta ahora. Todo lo he tenido fácil. Gracias por mi familia, por mi salud, por mis amigos  por lo mucho que me has dado.

Señor, tengo un miedo horrible al futuro, a lo que me pueda venir y, si es malo, a no saber aceptarlo con resignación (Dios mío, pienso en la enfermedad de N., que me afectó bastante…).

¡Dios mío!, sigo pidiéndote que aumentes mi fe para que pueda tenerte de apoyo en lo que me depare la vida.

Por otra parte, pienso muchas veces que solo te quiero por puro egoísmo, que quiero tenerte solo como un bastón de apoyo cuando las cosas no me van bien. Quizás por eso no me haces caso.

Ayúdame, Señor. Seguiré.

Tengo que desahogarme contigo.

Te necesito en mi vida,

pero necesito saber que estás,

que de verdad existes

¡Ayúdame! Jesús, Dios mío.

¡Cuántas cosas te diría si te tuviera enfrente!

No me cansaría de contarte y ¡qué fácil sería entenderte!

Quizá en otra ocasión.

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