Indalecio Gómez Varela | Canónigo de la Catedral de Lugo

Cristianismo o humanismo (I)

junio 13, 2020 · 11:21 X

Estos dos términos no deben confundirse conceptualmente, aunque alguna similitud existe entre ambos. Ciertamente, el cristianismo no es un puro humanismo, pero no debe privársele de un gran matiz humano; como tampoco el humanismo es cristianismo, si prescinde de Cristo y, menos si reniega de Dios, convirtiéndose en ateísmo.

El cristianismo tiene dos polos: Dios y el hombre. Su arquetipo es Jesucristo el Dios hecho hombre. Divinidad y humanidad integran la persona de Jesús. Él es el puente que une el Cielo y la tierra. Su dinamismo mira al Padre, que busca al hombre para llevarlo a su plenitud, y mira al universo, que no debe estructurarse al margen de la voluntad de su creador.

Dios no contó con el hombre para crear el universo, pero tuvo presente al hombre, al que confió la custodia y el perfeccionamiento de lo creado.

El universo será perfecto cuando todo el mundo reconozca a Dios como su hacedor y Señor. El hombre debe adorar a Dios como al supremo valor absoluto, y conformar su comportamiento con la voluntad del creador.

Cuando nosotros prescindimos de Dios en la planificación de la vida social, estamos invadiendo terreno vedado. A Dios le reconocemos la autoría del mundo, y no podemos olvidar que la misión que se nos ha confiado es la de custodiarlo y perfeccionarlo. Se ha dicho que “Dios alquiló al mundo a los valientes”. Los hombres somos el supremo valor creado: tenemos entendimiento y voluntad; conciencia y libertad. Pero somos criaturas: dependemos del Divino Hacedor, en el ser y en el obrar. De él somos colaboradores. La colaboración implica subordinación y aceptación de las directrices del maestro.

Nuestro referente es Jesucristo, que se preocupó de lo divino y de lo humano de la historia del hombre. Él acató siempre la voluntad del Padre, y se preocupó de todos los hombres y de todo el hombre en su doble dimensión espiritual y corporal. Se inmoló por nosotros para obtenernos el perdón y la gracia; y multiplicó milagrosamente el pan, para que pudieran comer los hambrientos; calmó la tempestad, para que los pescadores no se hundieran en el lago, y curó al paralítico de la piscina, para que pudiera caminar por su propio pie, etc.

A este modo de comportarse se le llama cristianismo, porque encarna la actitud de Cristo que pasó por el mundo haciendo el bien, como síntesis de todo buen comportamiento.

El cristianismo se diferencia el humanismo en que, lejos de sentirse colaborador de Dios en el perfeccionamiento del mundo, niega toda otra intervención en la marcha de la historia, que no sea la del mismo hombre, al que hay que reconocerle el mérito de todo crecimiento y el derecho de beneficiarse de todos los progresos, que no sean contrarios al plan de Dios.

Según el humanismo, lo que importa es lo que agrada al hombre, aunque denigre su condición de hijo de Dios.

Resumiendo: el cristianismo colabora con Dios en la construcción de un mundo mejor. El humanismo institucional rivaliza con Dios, e intenta una sociedad pagana, en la que el único valor es la pasión del hombre.

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de la Catedral de Lugo