Indalecio Gómez Varela | 9 de febrero de 2020

Valoremos la familia (II)

febrero 9, 2020 · 15:08 0

La lotería del 22 de diciembre trajo la suerte a unas pocas familias económicamente afortunadas. Pero otras muchas no fueron agraciadas por el sorteo navideño, y se mantiene en la indigencia de siempre. Sin embargo, la Divina Providencia agració con la encarnación del Hijo de Dios a todo el género humano, y el mundo entero estrene una sonrisa de infinito gozo con el nacimiento del Redentor.

Nosotros lamentamos que Jesús haya tenido que nacer en un pesebre. Con esto indicamos la mala acogida que encontró el Salvador al entrar en nuestro mundo. «Vino a los suyos, y los suyos no lo recibieron». Sin embargo, paradójicamente podemos decir que nació en una familia y eso fue una gran suerte para el Niño Dios, porque las mejores cunas son los corazones de nuestros padres. En este caso, ninguna cuna mejor que el corazón de la Virgen y de San José. Esta ha sido la cuna de Jesús, la Sagrada Familia de Nazaret, que es reflejo de la Familia Trinitaria.

También nuestras familias tuvieron algo de sagrado, ya que «donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”, dice el Señor.

La familia cristiana es como un sacramental, porque el amor que une a los miembros del hogar, perdona los pequeños fallos que todos tenemos, muy a pesar nuestro. Cuidemos, pues, nuestras familias, sin olvidar que la religiosidad infantil es imitativa. Es decir, los niños no viven de ideas, sino de imágenes.

Lo que ven, es lo que imitan.

Los padres son los principales «modelos de identificación» para sus hijos. Si las conductas cristianas de los padres son negativas, sus hijos difícilmente llegarán a ser buenos cristianos.

Los padres deben ser conscientes de que la educación cristiana no se realiza llevando al niño a un colegio religioso o a la catequesis parroquial, cuando le «toca» hacer la primera comunión.

EI comportamiento cristiano va penetrando en la conducta del niño, por el ejemplo que ve en sus padres.

Los hijos perciben y viven gozosamente la cercanía de Dios y la bondad de Jesucristo que los padres manifiestan, y les marca para toda la vida.

Por eso, hoy se habla mucho de «la catequesis familiar, recordándonos que la familia es la primera educadora de la fe de sus miembros.

La «catequesis familiar» no es un apoyo a la «catequesis escolar», sino todo lo contrario: son las parroquias y los colegios los que prestan su apoyo a los padres, para que éstos puedan ofrecer una buena formación religiosa a sus hijos.

Esto deben tenerlo presente todos los padres cristianos, y, sobre todo, practicarlo.

Mons. Indalecio Gómez Varela

Canónigo S. I. Catedral Basílica de Lugo

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