Miguel Ángel Álvarez Pérez | El Progreso, 15 de julio de 2018

“Placuit Deo”

julio 15, 2018 · 0:00 0

Este el título de un interesante documento recientemente publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, al frente de la cual está el jesuita español Luis F. Ladaria. Se trata de una carta dirigida a los obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la salvación cristiana.

Antes de seguir, conviene recordar que los documentos pontificios se suelen titular con las primeras palabras en latín y que, a su vez, ya nos dan la clave del documento en cuestión que, en este caso, comienza así: «Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad (cf. Ef 1, 9), mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina (cf. Ef 2, 18; 2 P 1, 4). […] Pero la verdad íntima acerca de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación en Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda la revelación (DV 2)»

Dijimos que se trataba de una carta dirigida a los obispos, pero eso no impide que la podamos leer también todos los demás, ya que el tema tratado es de vital interés para todos.

Este breve documento se publicó a finales del mes de febrero pero pasó bastante desapercibido, quizás por haber coincidido con la publicación de la exhortación “Gaudete et exultate” del papa Francisco.

Es un documento interesante, porque en menos de treinta páginas nos muestra cómo el centro y el artífice de la salvación humana se encuentra en Jesucristo, el Hijo de Dios. La salvación es un don gratuito de Dios y no se debe a nuestros méritos.

Comienza el documento haciendo un análisis de la transformaciones culturales de hoy y cómo impactan en el significado de la salvación cristiana. Se denuncian en este capítulo los errores del neo-pelagianismo y el neo-gnosticismo. De esto mismo nos hablará también el Papa en la exhortación antes citada, cuando nos advierte de los peligros que podemos encontrar en el camino de la santidad.

Continúa la carta “Placuit Deo” constatando la aspiración humana a la salvación. El hombre se percibe como un enigma y busca la felicidad con todos los medios que tiene a su alcance, pero se encuentra con que nada creado puede satisfacerlo por completo. Tampoco nos satisface la idea de que solo se salve nuestra alma. La salvación que la fe nos anuncia no concierne solo a nuestra interioridad, sino a nuestro ser integral. Es la persona completa, de hecho, en cuerpo y alma, que ha sido creada por el amor de Dios a su imagen y semejanza, y está llamada a vivir en comunión con Él (PD 7).

En el capítulo cuarto nos presenta a Cristo como el nombre y el rostro de la salvación. Para ello nos recuerda una conocida y preciosa cita de Benedicto XVI en “Deus caritas est”: «No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva».

En capítulo siguiente, nos invita a comprender cómo Jesucristo dispuso la necesaria mediación salvífica de la Iglesia, especialmente a través de los sacramentos.

Concluye el texto animándonos a comunicar la fe mientras esperamos al Salvador, para que sean muchos los que lo conozcan.

 

Migue Angel Álvarez Pérez

Párroco de Fonsagrada

Foto: Elentir

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