El Progreso | 9 de julio de 2017

Un verano divino

julio 9, 2017 · 8:00 1

Todos soñamos cada año con tener un verano divino: un mes de vacaciones, poder desconectar totalmente del trabajo, sin problemas familiares, con buen tiempo, que se reúna la familia, ver a los amigos, no tener horarios, olvidarse de los agobios cotidianos…

Esto sería divino, porque si se dieran todas las circunstancias que enumeré sería como estar en el cielo, “sin llanto, ni luto ni dolor”, como dice una de las oraciones de las misas exequiales, en las que se nos habla de la vida nueva de la Jerusalén celestial.

Las cosas aquí, en esta vida terrena, casi nunca son así y, si lo son, no duran mucho tiempo. Pero lo bueno de dejar libertad a nuestra imaginación es que al menos tenemos una idea de cómo es la vida divina en el cielo. No quiero ser yo el que les chafe los planes para este verano. Si logran tener una verano divino, o unas buenas vacaciones, mejor que mejor y me alegro infinito. Es lo que deseo para todos ustedes, tengan o no vacaciones, estén o no en un lugar turístico, que a esta hora puedan estar leyendo el periódico con tranquilidad en la mañana de este domingo.

Pero si no lo consiguen, o no tienen vacaciones, deseo que al menos tengamos un momento de tranquilidad para encontrarnos con Jesucristo de un modo nuevo en la oración, en la lectura tranquila de un libro de espiritualidad o simplemente, yendo a misa sin prisas y quedarnos un ratito dando gracias, hoy que es domingo, el Día del Señor. Quizás, si tienen vacaciones, puedan ir a misa algún día por la semana, para encontrarse con el Señor en la sencillez y austeridad de una misa de diario.

El descanso, y por lo tanto todo lo que implica el verano y las vacaciones, también debe tener un marcado claro matiz cristiano. Cuántas veces vemos a Jesucristo en los evangelios buscando descanso en un lugar tranquilo, incluso también en el silencio de la noche o en el fresco del mar de Galilea. Otras veces nos invita a encontrar en él descanso y tranquilidad para nuestros agobios.

Y si hace mucho, mucho calor, como nos están anunciando, también podemos buscar el fresco en el interior de una iglesia y, en el silencio propio de estos lugares, ponernos ante el Sagrario y pasar un rato con el Señor. Los muros de nuestras iglesias y los claustros de nuestros monasterios y catedrales fueron pensados también para el encuentro con Dios, a través de la reflexión en el silencio y en la contemplación del arte, que tan abundantemente nos habla de la creación y de los misterios de la vida de Jesucristo.

El verano, además, es tiempo de las numerosas fiestas patronales de muchos pueblos y ciudades. Decimos que los santos están en el cielo. Pues bien, si nosotros celebramos las fiestas de los santos de un modo auténtico y sabiendo lo que hacemos, también estamos convirtiendo el verano en un tiempo divino y en un momento para estar cerca de los que ya están descansado eternamente en el cielo disfrutando de unas vacaciones verdaderamente divinas.

Estar con Dios, como si estuviéramos en el cielo, y sentir que él también está a nuestro lado, también es tener un verano divino.

Miguel Ángel Álvarez Pérez

Párroco de San Froilán

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Comentarios a esta entrada:

  1. isabel lopez

    Hola Padre, vivo en Aviles, aunque soy natural de un pueblo pequeñito que está rayando con Galicia, Los Oscos, le diré que todos los dias rezo el santo rosario, lo vivi en mi familia, hoy tengo 73 años, pero nunca olvidé, de rezarlo
    Le envio un cariñoso saludo, y seguiré rezándolo, porque creo que hace mas falta que nunca

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