José Mario Vázquez Carballo | Vicario general de la diócesis de Lugo

¿Derecho a decidir el momento de mi muerte?

septiembre 14, 2024 · 21:29 X

El pasado martes, 10 de septiembre, se celebró el día mundial de la prevención del suicidio. Esta laudable iniciativa de la Organización Mundial de la Salud, con la Asociación Internacional para la prevención del suicidio, manifiesta que este es un desafío para la salud pública que se cobra anualmente más de 700.000 vidas (En España 4000 personas se quitaron la vida en 2023; la comunidad gallega está a la cabeza de personas fallecidas por esta causa).

Cada ser humano que realiza esta acción es causa de profundo dolor para sí mismo y de grandes consecuencias familiares, sociales, emocionales y económicas, incluso a nivel global. De hecho, el suicidio, según estudios recientes, es la causa externa más frecuente de muerte, superando ya a los accidentes de tráfico, y la segunda en el grupo de edad comprendida entre los 20 y 24 años.

Estos hechos y datos nos invitan a pensar y a preguntarnos: ¿Qué clase de sociedad estamos creando? ¿Cómo y para qué educamos? ¿Qué pasa con la educación en virtudes: fe, esperanza y caridad? Es cierto, sin esperanza no hay futuro. Pero tampoco sin fundamentos que sostengan la existencia y sin un Alguien que dé sentido a la vida. Acepto muchas de las causas que algunos analistas describen: depresión, violencia, malos tratos, etc. Pero, en realidad, la pérdida de horizonte, de ilusiones, de ideales, de fe en un Dios que nos trasciende, también tiene mucho que ver. La cultura cristiana nos enseña desde pequeños algo esencial para la convivencia: “no matarás” que también significa “no te destruirás”, “cuidarás de tu cuerpo y del de los demás”, “valorarás la vida” que no es tuya, no es una posesión personal con la que uno puede hacer lo que quiera. Los defensores de la afirmación “con mi cuerpo hago lo que quiero” tienen gran responsabilidad en los actos de suicidio. La expresión, cargada de ideología autoritarista, lo justifica todo. Por ello, dado que es Dios quien nos regala la vida no existe una libertad absoluta en el manejo de este don temporal. El deseo de vivir y de gozar de la vida es el más profundo del ser humano. La medicina más científica afirma incluso que el deseo de morir a causa de un sufrimiento insoportable es una última llamada de ayuda desesperada. En el fondo, el supuesto derecho a la propia muerte se convierte siempre en una obligación para los parientes y para la sociedad. Santo Tomás Moro (1478-1535), afirmaba que: “Dios no solo nos ha arrebatado el derecho sobre la vida del otro, sino incluso sobre la nuestra propia”. 

Frente a estas realidades hemos de superar la preocupación de tener que depender de los demás, así como el temor a la dependencia y a la soledad. Tenemos la obligación de crear espacios en los que se pueda asumir la realidad de la muerte con los cuidados, cariños y la compañía de los demás. En los últimos días y semanas de la vida, el ser humano nada necesita más que la asistencia y el cuidado espiritual.

Es fundamental recuperar la imagen de este Dios cristiano que siempre está a nuestro lado a la hora del sufrimiento y de la muerte, que murió como nosotros morimos y que prometió la resurrección y la vida eterna a quienes creen y confían en El. “La vida es un don que el sujeto no tiene a su entera disposición”, afirmaba Benedicto XVI.

Dios siempre está ahí, a tu lado, solidario y cercano en los momentos de más dificultad. ¿Y nosotros? Desde la fe, la obligación ineludible de infundir sentido a nuestra propia vida y a la de los demás. Esta es mi propuesta: cuidar, cuidarnos mutuamente y descubrir en el rostro doliente del otro el del mismo Cristo necesitado y sufriente.

José Mario Vázquez Carballo

Vicario general de la diócesis de Lugo