Indalecio Gómez Varela | Canónigo de la Catedral de Lugo

Todos en camino

mayo 28, 2022 · 0:36 1

Estamos en camino, miremos al futuro. Tuvimos principio. No tendremos término. Somos rosas de eternidad. Nuestro mañana está en construcción. Un doble arquitecto dirige la obra. A Dios se debe el proyecto: a Él y a cada uno se debe la ejecución. Del proyecto se encarga el Señor. Para la realización cuenta con nuestra colaboración, y nosotros con su gracia y nuestra voluntad. Todo un milagro de la providencia. Los santos caen hacia arriba.

Aquí fallan las leyes de la física, pero se impone la fuerza de la gracia y la voluntad personal de cada persona. Aquí parece como si Dios renunciase a parte de su autonomía y cediese al hombre buena parte de su responsabilidad y de sus posibilidades, pero no parte de sus responsabilidades. Porque Dios así lo ha querido. La última palabra la reserva el hombre. Entramos en el campo del misterio, pero sin salirnos del ámbito de la providencia. ¿Cómo se conjuga la providencia y la paternidad del Señor?. Nos mantenemos en el misterio que nos retiene en la oscuridad, pero sin marginarnos en el espacio de la verdad.

El mundo es escenario de santificación, pero no es camino de Cielo; a nada que nos descuidamos, nos vamos a la perdición. A vista de la experiencia hay que formular nuestro devenir salvífico, en los siguientes términos: «caminante, no hay camino; se hace camino al andar «. Jesús nos ha dicho: «Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Quién abandona esa senda, corre el riesgo de equivocarse de meta. El mundo es un laberinto de encrucijadas que dificulta tomar decisiones; por eso las rutas de las peregrinaciones están señalizadas con abundantes indicaciones que facilitan al caminante la ruta a seguir en su fatigoso caminar. Las abundantes conchas del peregrino prestan este servicio al devoto caminante, como también se lo prestan los abundantes cruceros graníticos de nuestros religiosos senderismos y las estatuas de singulares peregrinos, cuyas huellas permanecen esculpidas en piedras, por las plantas encallecidas de nuestros abuelos que regaron las «corredoiras» de nuestros valles con el sudor de su fe, hecha devoción y sacrificio.

El sudor del caminar se evapora con el fresco de la tarde, pero la transformación del peregrino es patente al regreso de su religioso caminar: se ha encontrado con el Señor, y este encuentro lo convirtió en un hombre nuevo. Ahora en el hogar hay estreno de aptitudes: hay un esposo distinto; un vecino nuevo en el pueblo; un ambiente distinto en el hogar. Donde está Dios, todo es nuevo y mejor; y esto le ha sucedido al peregrino que se encontró con el Señor, al final de su peregrinación. Esta era la meta y ésta ha sido la dicha.

 

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de la Catedral de Lugo

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