Indalecio Gómez Varela | Canónigo de la Catedral de Lugo

Arrepentimiento y conversión

abril 4, 2022 · 10:06 1

Aunque con frecuencia usamos indistintamente estos términos para tratar asuntos de teología espiritual, debemos de corregirnos, puesto que su significado nunca es idéntico en uno y otro caso, pues, aunque ambos se complementan, su significado es distinto. Con el término arrepentimiento, expresamos el reconocimiento de lo negativo de nuestra conciencia moral; y con la palabra conversión, manifestamos la decisión de nuestra vuelta al buen camino.

Para la revisión de la vida espiritual, hay que tener presentes los datos de la psicología y la enseñanza de la teología. Para progresar en la vida espiritual, no se puede prescindir de ninguno de los datos de estas dos fuentes, y menos discrepar de ellas; pero no nos basta con estos datos: ellos nos dan a conocer el nivel de nuestra vida espiritual; pero no nos basta, porque con sólo datos, se hacen evaluaciones, se sacan conclusiones, pero no se toman decisiones. Nos puede servir de ejemplo el volcán de las Palmas, cuya actividad nos basta para evaluar los daños sufridos por los vecinos de aquellas islas…..y el conocimiento de los miles de inocentes víctimas de la actual contienda rusa es suficiente para tomar conciencia de cómo se están lesionando los derechos humanos en aquellas tierras; pero no nos es suficiente conocer la trágica situación de que nos hablan los medios de comunicación: es necesario sentirnos afectados por todo ello, en nuestra propia carne, para tratar de ponerle remedio con todas nuestras fuerzas. Si esto es así, no basta con que yo reconozca lo que es mi mal comportamiento y sus consecuencias, para que me decida a mejorar mi conducta. Pues igualmente es necesario que yo sienta esta situación para que me esfuerce por imitar a las buenas personas que aún quedan en el mundo.

La conversión es una gracia del Cielo. Sólo cuando Dios da al hombre a sentir el poder destructor del pecado, y percibe simultáneamente el misterio de Dios y el de su ser de hombre, sólo entonces se decide formalmente por la práctica de la virtud. Pero esto únicamente se consigue cuando Dios da al hombre la gracia de experimentar el poder destructor del pecado y la insuficiencia del esfuerzo humano para vencerlo.

El hombre es relación filial con Dios y fraterna con los hermanos, pero el pecado rompe dichas relaciones y convierte al hombre en un «ser con dos brazos para satisfacer sus apetencias naturales»; en un modelito para contemplarse narcisistamente a sí mismo. Ante esta situación, el hombre se experimenta como un callejón sin salida; siente náuseas de su miseria y palpa su impotencia para salir de aquella situación; circunstancia que aprovecha el enemigo para hundirle en el desaliento.

Es así, ante el poder destructor del pecado y ante la impotencia humana para librarse de tal situación, como el hombre conoce quién es él, en su pequeñez e incapacidad, abandonado a sus propias fuerzas, y clama a Dios, porque Dios le ama, y el hombre es su criatura amada. Entonces el encuentro se produce, porque el amor no entiende de enfrentamientos.

Indalecio Gómez Varela

Canónigo de la Catedral de Lugo

Enlaces desde blogs, webs y agregadores:

Enlaces desde Twitter y trackbacks:

Comentarios a esta entrada:

Opina sobre esta entrada:

Al pulsar 'Enviar' aceptas las Normas de Participación. [Abrir emoticonos] [Configura tu icono personal]