14 de abril de 2019 | Mario Vázquez Carballo

El día en que Dios quiso subirse a un asno

abril 13, 2019 · 21:07 0

La liturgia del Domingo de Ramos se abre con un tono festivo en la Iglesia universal y también en las calles de Lugo (Plaza de Santa María, Plaza Mayor, Calle de la Reina y Armanya) con la presencia de la Cofradía de la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén (llamada popularmente de la “borriquita”) y con cientos de familias que la acompañan, especialmente niños.

Es tradición, dada la multitud de participantes, bendecir los ramos en la Plaza de Santa María y, antes de la Santa Misa solemne en la Catedral, participar en la procesión en un ambiente de alegría y fraternidad. Aunque estamos en tiempo de elecciones, en contra de lo que afirmaron algunos autores (Raimarus, Brandon, entre otros), aquel acontecimiento en Jerusalén poco tuvo que ver con una revuelta política semejante a las que organizaba el movimiento zelota. En el ambiente tenso que se vivía entonces en Palestina (desgraciadamente también hoy, por otras circunstancias) por las concentraciones masivas ante la Pascua, los militares romanos que vigilaban desde la cercana Torre Antonia, lo hubieran reprimido muy pronto. Como todas las cosas de Dios, lo que aconteció entonces, probablemente, fue un acto sencillo de aclamación en el que algunos habitantes de Jerusalén acogieron con sinceridad de corazón, y con ramos de olivo y palmas, al Maestro de Nazaret. Nuestra vieja tradición popular de la procesión de Ramos, por las calles de nuestras ciudades y alrededor de las iglesias y ermitas de nuestras parroquias, mantiene aquellas mismas formas sencillas y naturales de espontaneidad.

Acabada la procesión de Ramos, la liturgia adquiere enseguida un tono distinto con la lectura y meditación de la Pasión del Señor según san Mateo, la que inmortalizará en una de las más bellas composiciones musicales de la historia J. S. Bach. Entramos así en el clima que debe predominar durante esta semana a la que la tradición de la Iglesia ha calificado de “santa”.  En Lugo, este clima se celebra ya por la tarde del mismo Domingo de Ramos en la calle, con la procesión de la Virgen de los Dolores, organizada por la “Cofradía del Desenclavo del Señor y de los Mayores Dolores de María Santísima”. Costaleros y costaleras portarán los pasos. La Banda Municipal de Meira interpretará bellas piezas musicales y el Orfeón Xoán Montes la “Salve Raiña”, al final de la procesión.

Así como el Dios cristiano se solidarizó con el dolor humano en la pasión y muerte de Cristo, se invita a los seguidores de Jesús, hoy, a percibir y experimentar ese doloroso contraste que Jesús sintió en su corazón en ese día: la alegría de sentirse querido por sus amigos y el dolor de la traición y el abandono que le hacen llorar sobre Jerusalén. Ahí está el Mesías que salva. Que realiza lo que dice, el siervo de Dios que se entrega voluntariamente a la pasión como resultado de predicar siempre la verdad, de sus anuncios y denuncias. Ahí lo tenéis, como afirma el Papá Francisco, “es el gran Paciente del dolor humano”. No es un charlatán que siembra falsas ilusiones, ni tampoco un falso profeta de la “new age”. Es el mismísimo Hijo de Dios sufriente, que viene al mundo para combatir el mal y la injusticia, para rescatar al pobre y al marginado de sus postraciones y ayudarnos a levantar las miradas hacia el futuro con promesas ciertas de vida y resurrección. Nuestra peregrinación de Ramos, siguiendo a Jesucristo, no termina en ninguna ciudad terrena, sino en la nueva ciudad de Dios que crece en medio de este mundo, mientras seguimos caminando, en la compañía de Cristo, como peregrinos de la paz y ciudadanos del cielo.

Mario Vázquez Carballo

Deán de la Catedral de Lugo

Opina sobre esta entrada:

Al pulsar 'Enviar' aceptas las Normas de Participación. [Abrir emoticonos] [Configura tu icono personal]