EL CORREO DE LOS LECTORES

Descálzate y escucha

agosto 4, 2017 · 20:16 0

La vida está llena de pequeñas alegrías, el arte consiste en saber escucharlas e identificarlas. Para ello, creo necesario, hacer silencio dentro de uno mismo:

-Escuchar a los que me hablan.

-Tomar conciencia que desde que nací, soy un aprendiz de oyente.

-Darme cuenta de que todo el universo emite señales, de que el mundo está repleto de sonidos y mensajes. «El día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra » (Sal 18,13)

-Escuchar a los otros y prestar más atención a las pequeñas cosas y acontecimientos de cada día.

-Por la noche pararme unos momentos y tratar de recordar qué «voz» de Dios he reconocido.

-Abrir los oídos del corazón. El que no oye, no es capaz de hablar, ni de comunicarse, ni de responder a la palabra.

Una tarea de mi vida debe ser estar siempre dispuesta a aprender, a la espera de una palabra, «como el centinela aguarda la aurora» ( Sal 129,6 ).

No morir de sed cuando estoy al borde de la fuente. Debo decirle a Jesus que me abra el oído, para que pueda comprender el amor que Dios me tiene a mi y a todos.

Necesito recordar que el Padre me llama para que sea oyente de Jesus, «Éste es mi Hijo, el elegido. Escucharlo» (Lc 9,35).

Debo pedirle a Jesús que me enseñe a escuchar. Si lo pido con fe y con confianza abrirá mis oídos como abrió los oídos de los sordos durante su vida pública.«¡Abrete! e inmediatamente se le abrieron los oídos» (Mc 7,34-35).

Jesús se alegra cuando encuentra oyentes de la Palabra, ¡»Dichosos vuestros oídos porque oyen»! (Mt 13,16). «Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la guardan» (Lc 11,28).

Jesús encabeza la marcha de un pueblo de oyentes,«Va delante de las ovejas, y ellas le siguen, porque conocen su voz» (Jn 10,4).

Jesús está pendiente de mí y me llama, «Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa, cenaré con él y él conmigo»(Ap 3,20). ¿Estoy atenta yo para abrirle mi corazón e invitarle a una relación de amistad?

¿Quién me puede servir de modelo para esta escucha atenta? María. Nadie como ella acoge la palabra de Dios.

María mantiene un diálogo íntimo con la Palabra que se le ha dado. «María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón» (Lc 2,19).

María deja que la Palabra ocupe todo su espacio interior. Hasta el punto de hacerse carne en su ser de mujer y de madre. Y ofrece su palabra gratuitamente al mundo.

María no exige la comprensión inmediata de la Palabra, porque eso sería cerrar el camino a Dios. ¿Y yo, acaso no quiero ver resultados inmediatos? Que Ella me enseñe a escuchar.

¿Cómo podré ser oyente hoy?. ¿Tal vez mirando a Jesús que tiene palabras de vida? ¿Acaso escuchando a los pobres, porque en ellos habla y grita Jesus?

Que el Señor y María me ayuden a estar atenta a la Palabra y a vivir de acuerdo con lo que escuche: ”El que escucha mis palabras y las pone en práctica se parece a un hombre sensato que ha construido su casa sobre roca» (Mt 7,24). 

JVL.

FOTO: CATHOPIC.COM

Opina sobre esta entrada:

Al pulsar 'Enviar' aceptas las Normas de Participación. [Abrir emoticonos] [Configura tu icono personal]