Sí a la democracia en los impuestos

En teoría política se afirma que en las democracias las personas no somos súbditas del Estado, ni del partido político gobernante, sino que somos ciudadanos libres y responsables. Esto lleva consigo protagonizar nuestra vida personal y asociada como miembros de la sociedad para hacer que el mundo camine hacia la meta que deseamos. Al menos, esa es la teoría.

Pero a día de hoy podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que en general no tenemos derecho a decidir lo que se va a hacer con los impuestos. En la actualidad no nos permiten decidir cómo se van invertir los impuestos que pagamos en el IVA y en otros muchos impuestos. Entre los impuestos especiales destacamos, por ejemplo, el de las gasolinas donde más del 50 % de su coste son impuestos.

La legislación actual sólo nos permite decidir sobre lo que pagamos en el IRPF (Impuesto sobre el Rendimiento de las Personas Físicas), y tan sólo en un ínfimo porcentaje, como mucho el 1,4 % en el caso de que pongamos las dos cruces en la Declaración de la Renta, la de la Iglesia Católica y la de los Fines Sociales.

Por otra parte existen ayuntamientos que hablan de la elaboración de presupuestos participativos para que los ciudadanos decidan donde gastar los dineros del ayuntamiento, pero se trata de decidir sobre una ínfima parte de ellos (con frecuencia menos del 1 %). Por ejemplo el PSOE criticaba a “Compostela Aberta” que en el presupuesto participativo del ayuntamiento para 2016 sólo les permitían a los ciudadanos decidir sobre el 0’09 % del presupuesto total de Santiago. Además la participación es sólo accesible a los usuarios de internet, siendo muy pocos los que participan (por ejemplo en Madrid el proyecto más votado registró sólo 4405 votos).

Incluso en el IRPF hay personas que quieren quitar esa ínfima posibilidad de decidir que tenemos sólo en ese impuesto, es decir,¡¡quieren rebajarnos la democracia en los impuestos!! Eso supone quitarnos libertad y desconfiar de nuestras decisiones. En la sociedad lo que los demócratas necesitamos es tener más democracia y, por tanto, más capacidad de decisión sobre el destino de los impuestos para que, a modo de ejemplo, haya también “casillas” para dar o non un aporte económico a los partidos políticos, a los sindicatos, a la promoción de deportes, a la ayuda al arte y al cine, etc. etc. porque eso no debe quedar a la libre decisión de los políticos gobernantes.

Curiosamente, como casi siempre ocurre, quien abrió el camino en este ejercicio democrático de decidir sobre los impuestos fue la Iglesia Católica, en contra de los estereotipos difundidos de que esta es una institución contraria a la democracia, lo que está lejos de la verdad como este hecho manifiesta.

Recordemos que la democracia debe ser “el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”, según la definición clásica. Entonces de lo que se trata es de ampliar la democracia en el campo de los impuestos hasta que seamos los ciudadanos los que gestionemos todos los impuestos, hasta llegar a decidir la economía del país y del mundo en una plena democracia.

Por eso, oponerse a la posibilidad de que los ciudadanos decidan ese ínfimo 0,7 % para la Iglesia Católica, sólo se puede entender desde opciones dictatoriales o inquisitoriales, por tanto, enemigas de la libertad, de la democracia y del protagonismo económico y social de los ciudadanos, especialmente de los pobres. Hay que aceptar la mayoría de edad de los ciudadanos para facilitarles ejercer su responsabilidad en libertad dentro de una sociedad plural y dialogante conforme a los Derechos Humanos.

Consecuentemente con lo dicho la decisión es no renunciar a este poquito de democracia que me permiten en la declaración del IRPF. Por eso pondré las dos cruces por estar básicamente de acuerdo con las instituciones ahí señaladas, que además hacen una gestión del dinero recibido en favor de los ciudadanos bastante mejor que la gestión de nuestros impuestos que hace el Estado. También quiero seguir trabajando y colaborando con otras personas e instituciones para alcanzar una mayor democracia en este ámbito de los impuestos que pagamos e incluso de toda la economía.

Antón Negro