[El PROGRESO, 19 DE FEBRERO DE 2017]

Unos sacramentos, sí. Otros, no

febrero 19, 2017 · 9:30 1

En la administración de sacramentos y en las celebraciones litúrgicas a los curas nos toca ver las cosas desde el otro lado de la barrera o desde detrás de las cámaras.

Cuando muchas veces unos solo están de fiesta por una boda o una primera comunión, nosotros estamos viendo a unas personas que vienen a la iglesia no se sabe bien a qué.

Es frecuente ver en este tipo de actos a personas que están en misa y no saben cuándo levantarse o sentarse, que no se santiguan, que no contestan a las oraciones, algunos mascan chicle, etc.

Los fieles ven al cura como una especie de mago o de “showman” que anima una fiesta. El cura ve a los invitados más perdidos que un pulpo en un garaje. No es la primera vez que en un funeral, cuando llega el momento de la comunión, no se acerca nadie a recibir el Cuerpo de Cristo. También se ve muchas veces en los funerales a gente que “está pasando de todo”, pero llegado el momento de la paz sí que se la dan con entusiasmo, sin saber que la paz es un rito más de la misa, igual que cualquiera de otros muchos que hay de similar importancia. Esto se observa muchas veces cuando los políticos tienen que ir a algún funeral.

También está el caso de niños que hacen lo que se llama la Primera Comunión, pero que en realidad habría que denominarla “Primera, Única y Última Comunión”, porque nunca más van a volver, porque tampoco antes los traían sus padres. Lo que hicieron ese día es algo absolutamente extraño para ellos. Más que ir, son llevados por sus padres únicamente aquel día para hacer una foto, una fiesta… y para de contar. De ese día solo habrá quedado un simple recordatorio en un marco en el salón de algunas de las casas de los invitados.

Después está el caso de los padres que piden sacramentos para sus hijos, pero ellos no los reciben. Me explico con un ejemplo: no es la primera vez que una pareja acude a la Iglesia a bautizar a su hijo y, acto seguido, va al Ayuntamiento a formalizar su matrimonio. O padres que llevan a sus hijos a misa los domingos, pero ellos esperan fuera. O sea, que obligan a sus hijos a recibir un sacramento en el que ellos mismos no creen. Esto ocurre con mucha frecuencia.

Los sacramentos no son magia ni eventos sociales ni algo que haya que hacer a  toda costa cuando llegamos a una cierta edad.

Los sacramentos son siete y todos son importantes para recibir la salud del alma que nos trae Jesucristo. Si alguno no lo fuera, no lo habría instituido. Vienen al caso aquí las palabras de san Pablo después del Concilio de Jerusalén: “porque hemos decidido el Espíritu Santo y nosotros no imponeros más cargas que las indispensables”. (Hch 15, 28)

Me produce tristeza esta situación, no solo por la incoherencia sino también porque las personas no aprovechan lo que supone el recibir la gracia de Dios que se nos da en cada sacramento. Una vez más nos quedamos en lo accidental sin entrar en lo esencial.

El papa Francisco ha simplificado el proceso de los casos de nulidad para que sean más rápidos. Ahora se podrían arreglar en un tiempo breve muchas de estas situaciones incoherentes.

Aunque sea lo habitual, y no tenga nada de malo, no es necesario que la administración de un sacramento se convierta en una fiesta social. Por el contrario, hay personas a las que no les gustan las ceremonias complicadas y costosas. Desde aquí les quiero decir que se pueden celebrar de una forma mucho más sencilla y sin gastar ni un céntimo.

Miguel Ángel Álvarez Pérez

Párroco de san Froilán

Foto: Cathopic

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Comentarios a esta entrada:

  1. Josefina Varela Lage

    Es cierto que no se valoran los sacramentos, creo que no tanto por mala intención como por ignorancia y falta de formación.
    Posiblemente ahí tendrá que centrarse la evangelización de la iglesia. ¿Cómo? no lo sé, habrá que estudiarlo. Comenzando, tal vez, por una vida auténtica de los que estamos dentro, para ser un testimonio vivo de Cristo en nuestro caminar diario.
    No te desanimes, sigue con tú manera de evangelizar aunque sea una pequeña parcela, tu trabajo, tu esfuerzo y sacrificio darán el ciento por uno. Lo afirma el Señor.
    ¡¡Ánimo!! . ¡¡Te necesitamos!!. Gracias.

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