Que se hizo un niño pobre y que creció en el barro como tú y yo. Dicen que una niña campesina lo tomó en sus manos, lo arrulló en sus brazos, y le daba amor.

Dicen por ahí que Dios se ha vuelto loco…

enero 5, 2017 · 16:39 0

Dicen por ahí que Dios se ha vuelto loco.

Que se hizo un niño pobre y que creció en el barro como tú y yo.

Dicen que una niña campesina lo tomó en sus manos,

lo arrulló en sus brazos, y le daba amor.
Dicen por ahí que Dios se ha vuelto loco.

Que dejó el cielo y a sus ángeles en Gloria,

y con maleta en mano se mudó a nuestra colonia,

y sin más protección que sus sandalias rotas

vino a compartir nuestro pan y nuestras derrotas.

 

Dicen que dejó su trono allá en el monte santo,

para sentarse adonde los culpables tienen su banco,

y que abandonó el paraíso prometido

para conocer en carne propia mis infiernos más temidos.

 

Dicen que Dios se ha vuelto loco.

Que llegó esa noche de sorpresa cuando

no esperábamos a nadie en nuestra mesa,

cuando ya creíamos que Dios nos había olvidado,

y no contábamos con que quería caminar a nuestro lado.

 

Dicen que huyó de su tierra natal, y como emigrante

tuvo que esconderse al caminar.

Refugiado en el silencio, perseguido por la ley.

Ese fue su pan y la copa agria que escogió beber.

 

Dicen que esa fue su locura, que siendo el eterno e inalcanzable,

se hizo el invitado en nuestro hogar,

que aceptó las reglas de nuestro juego

y en nuestras suelas quiso caminar.

 

Dios se enamoró de ti, de mí cuando éramos necios

y como amante enloquecido,

vulnerable se volvió a nuestros desprecios.

Pudo habernos obligarlo a amarle.

Pudo habernos convencido a adorarle.

 

Pero no eligió la ruta del Isaías, aquellos que nos llevan a servirles con sus leyes,

pero, Él para conquistarnos, se volvió de carne y hueso.

Se convirtió en uno de nosotros para amarnos.

 

Por eso celebramos en esta noche fría,

aquello que siendo una paradoja, se convirtió en una bella poesía,

y Aquél que sostiene el universo con su mano,

cruzó el infinito mar de estrellas,

para hacerse Nuestro Padre, Nuestro Amigo, y nuestro Hermano.

Narrada por: Jesús Adrián Romero 

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