Re-encuentro con Cristo en su Iglesia

diciembre 12, 2016 · 12:00 0

[Testimonio. El correo de los lectores, 12 de diciembre de 2016]

En respuesta a la amable invitación del padre Miguel Ángel a decir quiénes son Dios y la Iglesia en mi vida, hago un sencillo comentario (pues he aprendido que lo complejo no tiene mucho que ver con Dios).

Me llamo Pilar. Aunque no vivo en Lugo, mis padres sí, y pertenecen a la parroquia de San Froilán. A raíz de la enfermedad que sufre mi madre, me dirigí al padre Miguel, para intentar vivir cristianamente este momento que no es fácil.

Como casi todos, fui bautizada al nacer y también recibí la primera comunión y la confirmación de niña. Mi formación religiosa fue muy básica, y con ella me quedé, sin preocuparme de crecer en la vida de fe. No obstante, siempre conservé un gusto especial por las cosas de Iglesia (sin duda, gracias a Dios) y, aunque continuaba asistiendo a misa los domingos y confesándome, por circunstancias nunca participé en la vida parroquial o de ningún movimiento católico y, creciendo en otros aspectos de mi vida (soy especialmente inquieta por saber y aprender), el camino espiritual no fue paralelo a ellos, quedándome en una vida de fe “de mínimos”.

En la Universidad, tuve una muy buena amiga que pertenecía al Opus Dei, y ahí comencé una formación espiritual un poco más seria y, sobre todo, descubrí el sentido de lo sagrado, y comenzó mi sensibilidad por la Liturgia, pero una vez terminada la carrera, volví a la tibieza y el mero cumplimiento de normas, enredada por el trabajo y los ruidos del mundo.

Pero hace unos años, providencialmente, comencé a escuchar Radio María, concretamente el comentario al compendio del Catecismo de la Iglesia Católica (toda una joya que os invito a conocer), por un sacerdote (padre Marqués) que por su estilo, tanto en el fondo (total fidelidad a la pureza del depósito de la fe), como en la forma de exponerlo, me llegó directamente a la mente y al corazón, y me enganché cada día, disfrutando del conocimiento de las preciosas verdades de nuestra fe, de lo que la Iglesia cree, celebra, vive y ora. El conocimiento intelectual, se convirtió poco a poco en experiencia personal de trato con Dios y de amor a la Iglesia, encontrando lo que creo, sabiendo o no, todos buscamos (el sentido de la vida, la verdadera alegría-felicidad, el sentido del sufrimiento, lo que es la muerte).

Así sé, sin error, que Dios es Alguien (no algo), vivo (no muerto) y actúa cada día (no es etéreo o lejano), siendo eficaz. Lo que Dios es para mí no lo es porque lo intuya, o me parezca, o lo desee así, sino porque Él se ha revelado así (desde Abraham, la historia del pueblo de Israel) su encarnación en Cristo, y la historia de la vida de la Iglesia (que es la manera en la que quiso quedarse entre nosotros) asistida por Su Espíritu Santo.

Dios es creador de todo (del hombre a su imagen y semejanza), fuente de toda Bondad y Verdad (nada que tenga que ver con el mal o el error o la mentira, tiene que ver con Dios ni directa ni indirectamente), nos cuida cada día con Sabiduría para nuestro Bien (si nos dejamos cuidar); es Padre (1ª persona de la Santa Trinidad) y es Amor (del de verdad, qué pena lo “sobada” que está esta palabra hoy, se llama amor a cualquier cosa…). Dios es Cristo (2ª persona), hombre de carne y hueso que hace 2000 años, muerto por nosotros y para nuestra salvación (porque necesitamos ser salvados desde que el pecado hirió nuestra naturaleza, y por mucho que queramos o por buena intención que tengamos, nuestras fuerzas no son suficientes); ahora está en el Cielo a la derecha del Padre y pelea por nosotros; pero también está entre nosotros, cada día, de forma real, eficaz y práctica, en los Sacramentos por acción su Espíritu Santo (3ª persona) en la Iglesia fundada por Él y también está en los más necesitados.

La Iglesia es su Cuerpo Místico (como dice S. Pablo), el modo por el que actúa en nosotros cada día, para nuestra felicidad (nuestro Bien); en ella están todas las “armas” que necesitamos para nuestro bien: los sacramentos (especialmente la Santa Eucaristía), sacramentales, oraciones (especialmente en la Santa Misa), enseñanzas… os invito a comprobarlo.

Ya veis que esto tiene bastante que ver con el Credo que rezamos. Os invito a rezarlo con calma y toda vuestra mente, cada día. También a ponerlo en práctica implicándonos en serio en nuestra formación cristiana (no se ama lo que no se conoce), frecuentando los sacramentos (el roce hace el cariño….) poquito a poco sentiremos los frutos. Dios se merece que lo tomemos en serio.

Me considero una privilegiada al pertenecer a la Iglesia Católica y, como creo que dijo Santa Teresa de Jesús, espero vivir y morir como fiel hija de la Iglesia. Recemos unos por lo otros en nuestra certeza del poder de la oración y la comunión de los Santos, porque mantenerse fiel no resulta fácil (Cristo nunca dijo lo contrario).

Por último mi gratitud y mis oraciones para el padre Miguel Ángel y por las vocaciones sacerdotales; necesitamos muchos y santos sacerdotes.

Pilar.

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